Hacer más Democracia

Cuando el Covid-19 surgió hace un año, la democracia liberal estaba en crisis. Por primera vez desde 2001, había más autocracias que democracias en el mundo.

Los derechos humanos estaban bajo presión en China, Rusia, y EE.UU. La represión de la sociedad civil y las amenazas al estado de derecho, la libertad de prensa y los derechos humanos continuaban en muchos países. Algunos dirigentes elegidos democráticamente (como el húngaro Viktor Orbán o el turco Recep Tayyip Erdoğan) se propusieron desmantelar la democracia liberal desde dentro, tendencia que denominaron la tercera ola de autocratización.

Pero la ola antidemocrática se enfrentó a una tendencia contraria. En 2019, más personas en más países que nunca expresaron su disensión mediante protestas. Los gobiernos de Argelia, Bolivia, Irak, Líbano y Sudán renunciaron. En Chile y Francia se presionó para que revocar la legislación.

Estalló la pandemia y los movimientos de protesta se detuvieron. Pero para muchos, fue una crisis más entre muchas otras, y la disidencia pronto se reanudó.

El asesinato de George Floyd en Minneapolis en mayo desencadenó manifestaciones contra la violencia policial y el racismo sistémico en 60 países. En Hong Kong, siguen luchando por la democracia. Chile aprobó una nueva constitución. En todo el mundo, desde Bielorrusia hasta Tailandia y la India, las protestas continuaron.

Con igual determinación, muchos gobiernos usaron la pandemia para retroceder en logros democráticos y reprimir a la disidencia. La Fundación Internacional para los Sistemas Electorales registró elecciones aplazadas en 69 países, y el ‘Registro de Libertades Cívicas por Covid-19’ reportó 130 países con restricciones al derecho de reunión, y 50 con límites a la libertad de expresión.

Algunas restricciones de derechos y libertades son respuesta legítima a una crisis de salud pública. Pero la tecnología de rastreo de contactos y las ‘emergencias’ deben tener límite de tiempo y alcance, ser proporcionales y no discriminatorias.

La democracia es más que elecciones e instituciones. Es un proceso continuo de renegociación del poder y su distribución. Es también la mejor manera de lograr un mundo post-pandémico más equitativo para todos. Hoy está sometida a una fuerte presión, en parte porque, para muchos, las democracias liberales no han cumplido la promesa de garantizar derechos para todos. Las protestas mundiales confirman un entendimiento fundamental: La mejor respuesta a las deficiencias de la democracia es ‘hacer’ más democracia.

* Directora del Programa Internacional para la Democracia de la Fundación Heinrich Böll.

© ProjectSyndicate, 2020.