Misión posible

Es común que frente a retos que nos depara la vida, tanto a nivel individual como colectivo, reaccionemos con preocupación, angustia, miedo por lo que vendrá, por cómo será el curso de los acontecimientos y hacia dónde nos llevará la vida.

Pero también es frecuente que podamos desarrollar fortalezas para enfrentar las adversidades o para salir delante de los retos que se nos presentan.

En las actuales circunstancias, parecería que el Ecuador está en un callejón sin salida, acosado por la crisis económica, por la división interna, por la violencia y la inseguridad, por la pandemia, por los problemas en el sector educativo, por una confusa situación electoral; en fin, por una variedad de situaciones que se juntan en una amalgama nada positiva.

Sin embargo, debemos recordar la capacidad de resiliencia de los ecuatorianos; la historia nos demuestra cómo hemos podido sortear situaciones complejas y al límite, y hemos salido adelante como nación y como seres humanos.

Por ello debemos pensar en que la viabilidad del país es una “misión posible”, nada fácil, es verdad, en cuyo desempeño debemos poner todos nuestros esfuerzos, redoblar los trabajos, tener una visión optimista que nos lleve a resultados que todos esperamos.

Un país en el que la calidad de vida no sea para pocos sino para todos, en que los recursos económicos se inviertan de manera adecuada, en donde podamos trabajar sin suspicacias y sin la omnipresencia de la corrupción tanto a nivel público como privado.

Entre todos podemos transformar en una “misión posible” el desarrollo armónico de nuestro país.

Ahora nos enfrentamos ante la disyuntiva electoral, pensemos en lo mejor para el Ecuador, en cumplir nuestro deber cívico con responsabilidad y a conciencia, involucrándonos desde nuestras respectivas posiciones en la tarea general de hacer del Ecuador un país más equitativo y con futuro.