Debate Presidencial

Aplaudo la gestión del Consejo Nacional Electoral al obligar a los candidatos a la Presidencia de la República a presentarse ante la ciudadanía, en programa en vivo y en cadena nacional, para que escuchemos las propuestas, los planteamientos, su capacidad para responder a las interrogantes se le planteen conformen dan a conocer su plan de gobierno, las soluciones que a nivel político se podrían aplicar para el bienestar de cada uno de los ecuatorianos.

El debate público puso en evidencia las capacidades de los candidatos, si en un momento de incomodidad se ponen violentos, lo vimos; si en un momento de elogio se envanecen, lo vimos; si al preguntárseles sobre soluciones, evaden la pregunta, también lo vimos. El debate mostró lo que queremos, si queremos a alguien, perseguidor, odiador, evasor de responsabilidades, interesado en el compadrazgo y que lleve al país a una catástrofe económica inminente.

El debate sirvió para que aclaremos sobre la idoneidad del candidato, si en verdad son honestos, si con pruebas no se puede refutar argumentos, veamos si queremos seguir con gobiernos que en vez de perseguir la corrupción son parte activa de ese mal. Las y los ecuatorianos que nos importa el país estuvimos atentos a las propuestas que realmente pueden aplicarse y no en aquellas que buscan el voto a través de la amenaza y la coima.

Es evidente que nuestro país necesita un cambio, tanto estructural y de pensamiento, necesitamos un gobierno que se interese por la educación, por la salud, por la justicia. Necesitamos un gobierno que no sea indiferente con las necesidades de los más pobres, que se comprometa a tratar de erradicar la corrupción y que en su primer día de gobierno no se preocupe por embriagarse, sino que con sobriedad impulse la generación del empleo.

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