La letra con sangre NO entra

El pasado 12 de enero del presente año se hizo público un video de una clase virtual de la Universidad Central del Ecuador, Facultad de Medicina, escenario en el cual una estudiante es agredida verbalmente por su maestro, mientras recibía clases a través de la plataforma zoom.

Esta información se viralizó en redes sociales en cuestión de minutos, los principales componentes del corto pero contundente video son los gritos, amenazas, interrupciones constantes y hasta calificativos como “guambra malcriada” provocando miedo total a la joven estudiante quien apenas pudo defenderse.

En días posteriores al hecho el docente presentó la renuncia al cargo y se ha justificado diciendo que: “El problema inicia por una mentira que comete el alumno no el profesor…” conducta típica de la cultura de la violencia, en donde la víctima es la culpable del comportamiento.

Y aunque nuestro país es un estado constitucional de derechos sabemos que esto es letra muerta, todos quienes hemos pasado por los salones de clases podemos recordar claramente al profe (es) “exigente” “jodido” “machista” “enojado” “grosero”, y hay algunos que aún los pueden considerar profesionales, todo esto es contrario a lo que en teoría se dice: en los espacios educativos debe primar un ambiente seguro y de respeto.

La intimidación en los salones de clases sigue siendo una experiencia común para cualquier estudiante, refleja lo que ocurre en la sociedad, en la familia y en los centros de trabajo, podemos palpar que la violencia está presente en todos los ámbitos, al haberla naturalizado hemos crecido convencidos que es normal vivirla.

La violencia jamás será compatible con la educación, agredir a un estudiante limitará totalmente su capacidad de aprender y desarrollarse, es imposible aprender con miedo, intranquilidad, temor y zozobra.

La educación genera confianza. La confianza genera esperanza. La esperanza genera paz (Confucio).

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