Entre el rumor y la noticia

Alejandro Querejeta Barceló
Alejandro Querejeta Barceló

A fines del siglo pasado en Ecuador los rumores respecto a la solvencia y firmeza del sistema bancario llevaron al país al borde del colapso; muchos de ellos resultaron ciertos. De habladurías y chismes hemos vivido en todos estos años, siempre en torno a las figuras del poder.  Por prevención, como mecanismo de defensa validado por la práctica, a veces el rumor alcanza la categoría de noticia, pero cuando una noticia auténtica se confunde con un rumor, las consecuencias suelen ser trágicas.

Alejo Carpentier cuenta como uno de los dictadores que hemos padecido los cubanos, el general Gerardo Machado y Morales echó a rodar el rumor de que había abandonado el poder. En La Habana, la gente salió a celebrar la supuesta noticia, y el general les mandó a ametrallar. Por fortuna, unas semanas más tarde lo que fue un rumor siniestro, se transformó en una noticia: Machado dejó la presidencia que usurpaba y se fue a las Bahamas.

Un cuidado mayor debe tenerse cuando en lugar de personas o entidades se trata de un país o de un estado. A quienes hemos vivido en nuestros países situaciones peligrosas, nos espeluzna cuando escuchamos a algunos comunicadores que utilizan rumores como si fueran noticias. Rumores que nunca son verificados, porque de hacerlo, según quienes los utilizan y difunden, se violaría el principio de reserva de las fuentes. Sin embargo, el rumor puede desencadenar un proceso mediante el cual se obtendrá, en definitiva, una noticia.

El rumor, investigado y verificado, contrastado con informaciones de varias fuentes, puede dar lugar a una noticia. Entre ambos vocablos (rumor y noticia) la sinonimia es muy escasa, remota y hasta peligrosa. Una sinonimia que, por añadidura, siembra en la conciencia de quien consume un rumor como noticia una desconfianza profunda. ¿Acaso no hay en nuestros lectores una desconfianza manifiesta y a veces rechazo radical respecto a mucho de lo que escribimos y publicamos?

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