Viene

AUTOR: Fredy Rodríguez

Dicen que mañana viene. Convencido como estuvo de ser el fundador de la “nueva patria”, el hacedor de la luz en donde antes solo había tinieblas, el gran constructor de la obra pública, el recuperador de la dignidad, el exjefe de todos los jefes anuncia, con bombos y platillos, su llegada para mañana, ante lo cual sus lambones y chupamedias se han preparado como lo amerita la ocasión: sus “viudas” tendrán listos sus más vistosos y elegantes trajes, acudirán a los salones de belleza a retocarse, y los caballeros desempolvarán sus camisas con cuellos redondos y bordados étnicos, para recibir como se merece a quien, según ellos, no debió haberse ido nunca, ya que su partida significó la llegada al poder de los mediocres y traidores a la revolución. A algunos, a los que se alinearon en el ala de Carondelet, quizá les estén temblando las piernas ante la llegada del gran ausente, y lo más seguro es que ni siquiera se aparezcan, para no recibir la retahíla de insultos que acostumbra a proferir el antecesor cuando sus súbditos desobedecen sus designios. Viene, y sí así lo desea que lo haga, pero que venga a explicar por qué de cada contrato que se investiga y de cada obra que se fiscaliza, emana un fétido y pungente olor a podredumbre, corrupción, sobreprecio. ¿Seguirá repitiendo a su llegada que las coimas no encarecen la obra pública? Seguirá afirmando que los dineros sucios que recibieron varios funcionarios públicos fueron “acuerdos entre privados”? ¿Seguirá poniendo sus manos en el fuego por el Vicepresidente en vacaciones, ofreciendo dar su vida en defensa de su inocencia, y sosteniendo que “alias vidrio” ni roba ni deja robar? Viene, según dice, para recorrer el país, para ir a las bases de su movimiento que se desmorona, porque algunos que antes lo alabaron, se postraron y humillaron ante él, hoy se han permitido desobedecerlo, y por ello, cual patrón de hacienda, los desafía a mirarlo directamente a los ojos, a él, líder indiscutible de un proceso dizque revolucionario, sostenido por una propaganda incesante, pero que ahora, sin el control total del poder, se evidencia como la mayor estafa política de la que tenga memoria el país.