Florón desprestigiado

Pablo Balarezo

«¿Hasta cuándo Catilina, abusarás de nuestra paciencia?» Cicerón. Si el honor, además de ser una virtud, es una realidad de la decencia vinculada con principios, valores individuales obligando al individuo el cumplimiento estricto de normas y deberes con la sociedad, con el pueblo, con la libertad, con la justicia, con la vida y su correcta práctica perfeccionadora y esforzada. Si el honor de ciertos elementos humanos está desprestigiado por jugárselo de mano en mano, a escondidas de la ética, de la razón, al ser mal utilizado con diferentes contextos, donde está comprobado, que el honor es una palabra proscrita, cuya consecuencia se está escribiendo en la historia más negra de la patria.

La conducta humana inculta, inestable, condicionada, irreflexiva, cumple a la perfección el mandato de la colusión, contubernio implicando al hombre y mujer en la condición de corruptos vendidos al mejor postor, para lograr acomodos familiares, que ayudan económicamente, pero, denigran de manera total y flagrante. Y, el florón desprestigiado sigue contagiando desesperadamente con el manoseo insaciable del nepotismo, de la viveza criolla, del acuerdo entre privados, entre familias entusiasmadas por el dinero, provenga de donde provenga, no importa la legalidad o ilegalidad, lo cierto es que, el festín continúa y no hay quien lo detenga.

Desde la munificencia del capitalismo, la hipocresía de los fanáticos socialistas se ha apoderado de la administración pública ecuatoriana, líderes cuestionados quieren perpetuarse en el poder, pero, se va develando imágenes desafortunadas de quienes no entienden, que la paciencia del pueblo tiene su límite, pues, su experiencia sabrá decidir el momento propicio para consolidar con personas honestas, la institucionalidad del Estado.