Lecciones del mundial

Ángel Polibio Chaves

Todavía resuena la explosión de júbilo del gol o la expectativa angustiosa a la hora de definir las distintas fases del campeonato por pénales; mas, hay algunos aspectos que escapan a la emoción vivida en la cancha, pues alrededor de ella, ocurrieron hechos que vale la pena rescatar como verdaderas lecciones.

Los aficionados del Japón, cada vez que concluía un encuentro al que habían asistido, llevaban consigo los desperdicios y envases de la comida o las bebidas que habían consumido y cuando concluyó su participación en el evento, en el camerino, que aparecía con una limpieza impecable, sus jugadores dejaron un simple mensaje : GRACIAS. Es posible que aquel reconocimiento haya estado dirigido a los organizadores, al público o al pueblo ruso que les había propiciado su hospitalidad en las sedes a las que debieron concurrir; es posible que fuera dedicado al pueblo nipón, al que tan gallardamente representaron, a su entrenador y equipo técnico y de asistencia, o simplemente al público, pero su presencia en los estadios, en los camerinos o en las calles y plazas de la distintas ciudades rusas, evidenciaron algo que tiene una enorme significación: una conducta colectiva que responde a un elevado nivel de educación.

El abrazo de los jugadores luego de los partidos, demostraba que más allá del resultado, lo importante fue dejar en la cancha lo mejor de cada uno de ellos y sobre todo, que pese a muchas diferencias, es posible el encuentro amigable de los seres humanos.

Hay pueblos que evidencian un gran nivel de educación en gestos que parecen intrascendentes, y así mismo, hay gestos que pueden proyectar enormes posibilidades de entendimiento en un mundo agobiado por la violencia. La educación, la paz y el entendimiento social, deben constituirse en un imperativo para nuestro pueblo.