La cárcel espera

Pablo Balarezo

El juicio popular se anticipa a lo jurídico, su análisis libre de injerencia política decreta culpabilidad y sanciona a quienes de forma incuestionable son portadores de la corrupción y la deshonra, fenómeno señalado de forma evidente por la lógica, al incrementarse la pobreza e impactar categóricamente en la calidad de vida. Decir, que difamar es parte de una estrategia de marketing por parte de los políticos, es aseveración abominable, y más, si incitan al cometimiento de un delito sancionado por la ley. Pero, ahora a nadie sorprende la rivalidad violenta como componente imprescindible del hacer política en base a la mentira, a la farsa, al camino fácil. Vivir con el conocimiento y la verdad, con rectitud y honorabilidad, es conducirse con la conciencia tranquila. Sin temor a redundar, aprender de la ciencia política es necesario y justo para no expresar atrocidades: «Mi responsabilidad sobre la corrupción es política y no judicial”, entendiendo que, en Derecho Público: Reconocida la responsabilidad política, no se puede eludir la responsabilidad administrativa, civil, penal. La indiferencia desmoraliza a quien reclama sus derechos vulnerados, así el ciudadano, el pueblo, se condenan a la esclavitud del poder convertido en fraude, desinformación sardónica con grotesca corrupción rompiendo la esperanza. Bien dicha la frase: “Odio a los indiferentes. Creo que vivir es tomar partido. Quien verdaderamente vive no puede dejar de ser ciudadano ni de tomar posición. La indiferencia es abulia, es parasitismo, es cobardía, no es vida. Por eso, odio a los indiferentes. La indiferencia es el peso muerto de la historia. Es la bola de plomo para el innovador y la materia inerte en la cual frecuentemente se ahogan los entusiasmos más esplendorosos”. Antonio Gramsci.