Justicia y democracia

En las democracias plenas, el sistema de justicia tiene vitalidad. Los operadores, es decir quienes la administran, gozan de independencia y autonomía, y además tienen reconocimiento público por sus credenciales éticas, probidad, trayectoria y formación académica. Eso es posible, porque no hay interferencia y, mucho menos, subordinación entre las distintas funciones del Estado. La lógica de pesos y contrapesos entre el Ejecutivo, el Legislativo y el Judicial determina la buena salud de las instituciones y las ponen por encima de cualquier interés particular y grupal, en lo que se conoce como imperio de la ley.

En este contexto, la independencia de los operadores de justicia se produce al interior y exterior del sistema cuando las reglas del juego son claras, estables, aceptadas y legítimas a lo largo del tiempo para toda la población. Esto impide que haya abuso de poder, tráfico de influencias y cualquier otra figura de corrupción que vulnere la ingeniería institucional. Entonces, no podría haber una democracia robusta sin justicia o, dicho en otros términos, sin que los ciudadanos sean afectados en su igualdad de derechos, garantías y cumplimiento de deberes.

Al sistema de justicia, sin embargo no le exime el acto de rendición de cuentas, más bien lo fortalece. De ahí, la necesidad de que haya un juego de doble vía, en una dinámica simultánea de evaluación permanente de todo el sistema y, a su vez, que los operadores presenten sus informes de manera pública y con indicadores verificables, técnicos e integrados por evidencias. En democracia, estos mecanismos no deberían ser extraordinarios, sino acciones comunes con sentido cívico.

Por eso, cuando en nuestro país se dijo desafortunada y abusivamente que se “iba a meter la mano en la justicia” a cuenta de que el Presidente se creía el jefe de todas las funciones del Estado, lo único que se conseguía era debilitar aún más la democracia, pues ya venía fracturada desde el diseño hiperpresidencialista con una estrategia de ´populismo. Sin justicia independiente, no puede haber una democracia plena.

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