Lo pasado, ¿es pasado?

Más deprisa que en su primer año de gobierno, el presidente Lenín Moreno en su “refrescamiento” de su gabinete ha inclinado la balanza hacia la juventud y a una más notoria participación de la mujer entre sus colaboradores. En cambio es significativo en economía, las elaciones internacionales, la seguridad interna y los asuntos laborales, entre otros. No es ni mejor ni peor, sino que obedece a otras circunstancias y desafíos.

Quizás sea para evitar seguir recurriendo a categorías, discursos e incluso acontecimientos del pasado reciente en el quehacer político cotidiano. Es evidente que se han producido acontecimientos de suficiente impacto en materia de seguridad, política exterior y en lo jurídico, como para no darse cuenta que el momento histórico es otro.

En todas las funciones del Estado, desde el poder legislativo hasta el judicial, con todos los tropiezos y cuestionamientos que se generan desde la opinión pública, como es el caso del Consejo de Participación Transitorio, nos permiten hablar de un antes y un después en la sociedad. Se ha trazado una frontera cualitativa entre la década pasada y el presente.

Sin embargo, los traumas persisten en el imaginario colectivo. La sombra autoritaria y populista asoma cuando menos se espera. Descalificar al adversario político sigue siendo una práctica tan caduca como estéril. Es imposible decir que “lo pasado es pasado”, sino lo contrario. Al cambiar las figuras visibles, también debería cambiarse lo invisible, es decir, la manera de pensar el presente y diseñar el porvenir. Este es el reto primordial.

«El trabajo es el único capital no sujeto a quiebras”.

Jean de La Fontaine
Escritor y poeta francés (1621-1695)

«Si todo el año fuese fiesta, divertirse sería más aburrido que trabajar”.

William Shakespeare
Escritor británico (1564-1616)