Ella lo provoca

Daniel Jerez

Quiero empezar mostrando mi sentimiento de repugnancia y rabia con la ironía de este titular, que hace referencia a la razón machista, absurda y ridícula por la que muchas mujeres han sido violentadas física, psicológica y sexualmente en nuestro país.

Lamentablemente vuelve a la palestra mediática temas de violencia contra las mujeres, así tenemos lo ocurrido con Eliana Barreto, en el que sale a flote la debilidad en el aspecto jurídico para estos casos, donde en esta ocasión se condena a una pena mínima de cárcel a alguien que violenta con la intención de hacer daño o matar como afirma la parte defensora de la víctima; más tiempo le tomará a Eliana cicatrizar sus heridas que al agresor salir de la cárcel, lo que resulta inaudito.

Tenemos que aceptar que esto es una problemática mucho más común de lo que todos pensamos, pues las cifras son objetivas y manifiestan que en el Ecuador 6 de cada 10 mujeres son violentadas y Tungurahua es la segunda provincia que registra mayor violencia contra las mujeres con 70,9% frente al 60,6% de mujeres a nivel nacional. Es decir acá 7 de cada 10 mujeres son víctimas de violencia.

Una sociedad en decadencia que sigue culpando a las víctimas de violencia como responsables de lo que les pasa, aduciendo cosas como: que usan ropa provocativa, se insinúan, se portan mal, no obedecen y otras absurdas razones para que se sientan culpables. Esto responde a un sistema patriarcal, machista y de opresión, donde nuevamente no solo es deber del estado curar de raíz esta problemática, sin embargo, se necesita de un cambio profundo en políticas que aporten a la erradicación de la violencia en todos los ámbitos y que garanticen jurídicamente la protección y justicia ante estos hechos.

No podemos seguir siendo indiferentes ante la violencia, por lo que volvemos la mirada al tema educativo y cultural que construye a la sociedad, debemos romper estereotipos machistas o sexistas para comenzar a vernos como iguales, esta lucha no solo consiste en indignarnos escribiendo artículos de opinión o compartiendo publicaciones en redes sociales, que muchas veces solo despiertan el morbo, esto debe ser una práctica cotidiana con nuestros hijos, padres, amigos y pareja.