Grafitis y sus cometidos

Jaime López

Toneladas de páginas se han escrito sobre los grafitis y sus cometidos en todo el mundo, porque considerados como la palabra libre de los reprimidos u oprimidos, si se quiere, han sido motivos de acciones y reacciones que no han podido eliminarlos del fastidio de quienes se sienten ofendidos, integrantes de las sociedades que pretenden la pulcritud en sus exteriores, pero que no reconocen la suciedad de sus interiores.

Y no es el caso de tomar partido por los grotescos grafiteros miembros de la delincuencia organizada, que usan sus garabatos como avisos y advertencias para que sus secuaces sepan como actuar o delinquir, peor justificar a los grafiteros verbales incrustados en administraciones estatales que esgrimiendo su populacherismo abyecto, han maltratado al idioma y a la cultura popular, inventando frases llenas de rencor y agresión para los que no aplauden.

Mejor es recordar aquellos grafitis llenos de cariño, como aquel que hace una veintena de años fue de los primeros que decoró un mural de un barrio apartado, aquí en Ambato, que decía “Josefina Toaolombo, ay love you for ever”, demostrando sentimiento e integración , al nuevo mundo que se le venía encima al autor con el nuevo lenguaje que tenía que aprender. De allá para acá es cierto que los grafiteros han cometido barbaridades, amparados por el descuido de la comunidad y sus autoridades, por la indolencia de quienes debían actuar a tiempo porque eran padres de los grafiteros- En fin, como las páginas de la ambateñía siempre están llenas de acciones ejemplares que el País no tarda en imitar, la administración municipal empezó a permitir e incentivar a que los propietarios de inmuebles con paredes elevadas sean decoradas con imágenes elaboradas por artistas que no se han identificado plenamente y que le dieron a la ciudad otros adornos para que siga decorando su belleza.

Ahora se sabe que ciudades hermanas como Pujilí, Riobamba y otras, están incentivando la elaboración de pinturas llenas del costumbrismo identificado con lo que somos. Esto nos alegra y hace que sigamos con la esperanza de que se descubra a los bárbaros que grafitearon a mansalva los vagones del metro de Quito. Que los muros que faltan decorarlos en Ambato sirvan como lienzos para la creatividad de nuestros artistas.