526 de historia

Iván Paredes

Nuestro acontecer histórico es inexorable de lo poco que podemos conocer y, aquello ha producido cambios trascendentales que datan desde la llegada de los denominados barbados u hombres blancos al joven continente Americano, siendo enfático en señalar que mucho antes existió en este territorio vida, organización política y social y, por supuesto, historia. Este mal llamado “descubrimiento” donde un hombre puso su pie en el “nuevo mundo”, iniciando así una etapa de ocupación, violencia, imposición, genocidio y sobre todo esclavitud, que fue el orgullo de la colonización. Mientras en España lo celebran como día de fiesta nacional con desfiles militares y la presencia de la familia real, para los pueblos es el holocausto indígena que desencadeno en la mayor aniquilación producida en América (60 millones de indígenas muertos), despojándoles de su condición humana como indígenas, y la destrucción de lenguas, culturas, creencias y religiones, borrando por completo raíces e identidad y, creando seres de obligaciones, y no, sujetos de derechos. Este acontecer para el occidentalismo ha sido aceptado y valorado como el gran triunfo; mientras que, para los pueblos es una catastrófica y mutilante invasión premeditada y calculada por un poder político y religioso de la época y de la religión, donde esa coalición que hasta el día de hoy no se ha podido engranar, ha tenido como único vínculo la espada y la cruz. El sinsabor del recuerdo contiene variadas emociones que no pueden definir como un homenaje de alegría o de tristeza, pero que aún perdura en el siglo XXI y, en esa creación del indoamericano desprovisto y confundido de cultura pero sí de un origen que no sabe si es digno de aceptar o denegar. “Por la ambición del oro, hubo 300 años de esclavitud y, 526 de historia”.