Al fin una luz

Jaime López

El informe de la comisión designada por la Asamblea, para investigar el asesinato del General Gabela, parece proyectar un rayo de luz en el túnel largo, sinuoso, elaborado por los implicados secuaces del refugiado en Bélgica, que lo construyeron de manera similar a los laberintos administrativos por donde la corrupción ha querido esconderse. La robolución de la década correísta, pretendió hacer de este país un paraíso plagado de sobornos y dadivas entregados a mansalva, porque lo que más había era millones de dólares y miles de receptores borregos sumisos y agradecidos. Y casi lo logra. Muchos ecuatorianos aprendieron a recitar letanías que maldecían al capital, glorificando al caudillo, no se detuvieron para respetar valores humanos, sino para provocar el odio, si era entre hermanos y amigos, mejor. Poco a poco la ira, la impotencia, la protesta fue aplacada y la voz de déjenlos no más, así mismo es, así ha sido siempre, dominaba el panorama, la libertad como que se hizo un débil esqueleto que ya no soportaba seguir con vida. Hasta que la corrupción asomó como causa y efecto para luchar contra ella y seguir creciendo como pueblo noble y altivo, donde surgen diariamente protagonistas, de ambos géneros, que están abriendo las puertas de las cárceles para que ingresen los que merecen para que purguen su latrocinio. Es que no era justo caminar a la zaga de otras sociedades inmersas en las mismas condiciones que el populismo les impuso. Y tampoco es justo mirar la lucha emprendida por la valentía y dignidad, como la de la Sra. Patricia Ochoa, sin reaccionar como hay que hacerlo, ahora y pronto, porque declarado el asesinato de su esposo, el General Gabela, como delito de Estado, los millones de ecuatorianos debemos también ser dignos y reclamar que el proceso no se demore. Si el culpable puede ser identificado inmediatamente, más aún cuando el excustodio de la Sra. Malherbe ha ofrecido brindar testimonios sobre el caso del asesinato del General Gabela. Este ofrecimiento es de vital importancia, porque el capitán Diego Peñaherrera mucho tendrá que decir, entre otras cosas, porqué se decretó su baja de la Fuerza Aérea. Al fin una luz potente puede alumbrar el túnel que el correísmo fabricó.