¿Quién es el culpable?

Gabriela Rosero

Indignada por los acontecimientos de violencia suscitados en nuestro país en los últimos días, hoy escribo sobre el caso de Martha. Este inverosímil episodio que tiene conmocionado al país me obliga, en mi condición de mujer, a decir que me identifico con su dolor y el de su familia.

Siento una profunda tristeza pero también temor, porque hoy fue Martha, pero no podemos cerrar los ojos ante el crecimiento de este fenómeno social.

Hoy me pregunto: ¿Qué acciones vamos a tomar para que ésto no vuelva a suceder? Hoy se viralizó el caso de Martha, pero mañana podemos ser cualquiera de nosotros.

Ser víctima de una violación es una experiencia traumática y dolorosa, las consecuencias físicas, sicológicas y emocionales son incalculables, nadie las puede ni siquiera imaginar.

Es fácil para muchas personas empezar a escribir a favor o en contra de la víctima detrás de la pantalla de una computadora o de un dispositivo móvil: que si es culpable por confiada, que si es culpable por estar a solas con hombres y otras más denigrantes aun. Ahí me vuelvo a preguntar: cuando las violaciones son en contra de niños, adolescentes, personas de la tercera edad o inclusive a hombres en edad adulta, ¿quién es el o la culpable?

Es hora de tomar conciencia, basta de buscar pretextos para socapar esta atrocidad; es momento de reconocer que este problema social es por la falta de educación, la falta de formación en valores, la falta de Dios en nuestras vidas.

Ni machistas, ni feministas, queremos una sociedad libre, una sociedad en la que los hombres y las mujeres conozcamos profundamente lo que significa el respeto a la vida, el respeto a la intimidad.

Las redes sociales se saturaron de publicaciones e interacciones alrededor de este lamentable caso. Una de las publicaciones que más me impactó fue la de Anita, quien nos refrescó la memoria con el caso de la niña de 8 años violada en la isla Trinitaria; la señorita de 15 años obligada a prostituirse por su madre; el niño de 5 años violado por su abuelo; y así, las historias son interminables.

Educación con amor es la solución. Nuestro compromiso con la sociedad debe comenzar inmediatamente y debe empezar desde la base de la sociedad, nuestros hogares.