Jueces y justicia

Eduardo Naranjo Cruz

La percepción popular siempre fue esquiva a esperar justicia en este país, nada cambió, todo sigue igual y empeora, la sociedad enfrenta perpleja la impunidad, esto en algún momento nos llevará a la violencia. Kafka en su “Proceso” trató de dibujar lo fantasmal de la justicia, vislumbrando que la mano del poder tiene siempre las decisiones.

Los antecedentes testifican un caso en el que, un individuo enredado en mucha oscuridad es absuelto olímpicamente, ante la cara de una sociedad boquiabierta, porque conoce cómo este tipo de pájaros entran en la política, razón por la que se debe registrar todo el pasado de estos embaucadores para saber qué enfrenta la ciudadanía.

El sujeto logró penetrar en el alto mando del gobierno anterior y una vez descubierto y separado, con la información que disponía decidió tomar venganza y se autoexilio en Colombia, donde pese a haber sido partícipe de un régimen que se titulaba de izquierda, pactó con el enemigo, encarnado en el implacable y peligrosísimo Álvaro Uribe, capo de la ultraderecha mafiosa de ese país.

Cómo entender una sentencia absolutoria para este individuo, al que en su momento los medios de comunicación dieron mucha ala con el objetivo de perjudicar al régimen anterior, son errores que el periodismo no los puede repetir. Para quienes conocen la historia de este presuntuoso aventurero, no es extraño comprender por qué la justicia en el país está más ciega que nunca y solo inclina la balanza al lado que más pesa.

El sistema seguirá siendo corrupto hasta cuando lleguen sanciones ejemplares que pongan las cosas en su lugar, algo difícil de ocurrir en un país de “vivísimos”. En 200 años de existencia, sólo en contadas ocasiones la verdad y justicia brillaron. Una comisión anticorrupción solo será pantalla de calma.

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