Periodismo ‘a secas’

Roque Rivas Zambrano

Leí que los periodistas culturales estaban en “vías de extinción”. Esta afirmación me resultó graciosa porque, irónicamente, son más los estudiantes que sueñan con salir de la universidad e ingresar a un medio de comunicación para hacer reseñas de libros, explorar la vida de los pintores, hablar sobre conciertos de jazz o películas aclamadas por la crítica.

Basta con recordar una escena del film peruano Tinta Roja: Alfonso, un egresado de comunicación, llega a la redacción de ‘El Clamor’ con la intención de ubicarse en la sección cultural. Su jefe, Faúndez, quien no puede evitar burlarse y bautizarlo como “Varguitas”, le comunica que hará notas policiales y le enseña cómo contar historias que tienen que ver con suicidios, homicidios, secuestros y accidentes, entre otras experiencias trágicas.

Los del oficio sabemos que ser periodista es tener la capacidad para escribir sobre todo. Pasé por todas las fuentes. Las segmentaciones, si bien sirven para organizar el contenido y para que los profesionales tengan la oportunidad de especializarse, no son una camisa de fuerza.

Los mejores periodistas lo son “a secas”. Recientemente redescubrí un artículo, publicado en 2011, en el que Leila Guerriero afirmaba que el periodismo cultural no existe. En su reflexión, que suscribo, decía:

“A lo mejor es porque vengo de un país donde siempre estuvo todo mezclado… un país donde periodistas como Martín Caparrós o Tomás Eloy Martínez escribieron sobre el fútbol, las series de televisión, la ecología, la economía, los delirios guerreros de Bush, la vida de Saint Jhon-Perse o una masacre de obreros en la Patagonia. A lo mejor por eso pienso que el periodismo cultural no existe y que los mejores periodistas culturales son aquellos que pueden escribir sobre cualquier cosa”.

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