El show ha terminado

Probablemente hoy amanecimos conociendo quienes han sido electos como nuevas autoridades provinciales, cantonales y parroquiales. Esperando no sea resultado del común denominador de estas elecciones con campañas masivas en todos los sentidos o talvez el que mejor show musical puso en su cierre. Como era presumible, los cierres de campaña causaron conmoción en la ciudad y provincia, provocando caos vehicular, congestión y una estruendosa bulla. Esto responde a la dinámica de esta campaña electoral atípica por la gran cantidad de candidatos que competían para ocupar el cargo de autoridades seccionales, ahora con la particularidad de que en los eventos de cierres resultaban festivales musicales con artistas de lujo, recordándonos esas prácticas de show para el pueblo que ocurría hace algunos años atrás. Es cuestionable según varios puntos de vista la gran cantidad de dinero invertidos en varias campañas, mostrando una ansiosa intención de llegar a ocupar los diferentes cargos, dejando en segundo plano la verdadera socialización de las propuestas y perfiles para que la ciudadanía apueste por alguna opción que se considere la más ideal para ser designados como autoridades. Seguramente en las calles, los medios de comunicación y las redes sociales se bajará el ritmo intenso de contenidos políticos que han reinado durante estos últimos meses que según muchos tenía cansado a la mayoría de la ciudadanía, la cual ve con ojos de molestia y decepción este proceso democrático. Esto significa un llamado para los actores políticos, para generar un fortalecimiento en sus distintos procesos organizativos para de esta manera, obtener candidatos futuros que puedan representar un serio perfil para ocupar un cargo público, donde no necesitemos de tanto marketing y show para llegar a la gente a rogar el voto. Sin embargo, es importante resaltar que aún cuando nos pudiera parecer normal que vayamos a las urnas o inclusive que asistimos a votar únicamente por obligación, debo recordar que la libertad de hacerlo es un privilegio que debemos valorar, por la oportunidad de decidir a quienes conducirán los destinos políticos y expresar nuestra voluntad es un valor supremo.