Políticos corruptos

Juan Sebastián Vargas

¿Qué está pasando en Latinoamérica? si revisamos a los presidentes de la región de los últimos 30 o 40 años probablemente el 70% han estado inmiscuidos en casos de corrupción, para hacer un recuento breve, en Perú; Fujimori condenado a 25 años, Humala preso, Toledo prófugo, Kuczynski detenido, Alan García se suicidó antes de ser detenido. En Brasil; Collor de Mello acusado de sobornos, Lula da Silva en la cárcel por sobornos a políticos y empresarios, Rouseff destituida por manipular cuentas públicas para asegurar su relección, Temer detenido igualmente por corrupción. En Argentina; Menem tuvo algunos procesos y estuvo en prisión domiciliaria, Cristina Fernandez imputada por sobornos. En Panamá; Martinelli procesado por montar una red de espionajes políticos durante su mandato (como el que sabemos). En Guatemala; Otto Pérez juzgado por enriquecimiento ilícito, Álvaro Colom acusado por fraude y peculado. En Nicaragua; Arnoldo Alemán con acusaciones de blanqueo de fondos y enriquecimiento ilícito, además de estos pocos ejemplos que he citado, aún gobiernan muchos otros personajes que tarde o temprano tendrán que rendir cuentas ante la justicia como en Venezuela por ejemplo, pudiéramos seguir con nombres y tantos casos que han empañado a la política regional por años sin que exista una solución de fondo, la corrupción no conoce de ideología, se da en democracias y mucho más en dictaduras, para muchos probablemente se deba a esa herencia que tenemos desde épocas republicanas aunque no es justificación, lo que definitivamente sí es una causa es la falta de cultura y educación, la falta de instituciones sólidas y sobre todo independientes, la falta de un modelo de justicia autónomo de las presiones e injerencias de los otros poderes del Estado, mientras todo esto no cambie seguiremos teniendo los sobornos y el tráfico de influencias como parte intrínseca del sistema, como indica el expresidente de Transparencia Internacional y Jurista peruano José Ugaz; no estamos frente a un fenómeno episódico, sino ante un problema de carácter histórico, estructural y sistémico, es decir no se podrá erradicar la corrupción sin un cambio estructural de la sociedad.