Sobreviviente que casi fue quemado pide justicia y ayuda

Angustia. Las cicatrices en el cuerpo de Adrián muestran la ferocidad de las llamas de las que salvó de morir.
Angustia. Las cicatrices en el cuerpo de Adrián muestran la ferocidad de las llamas de las que salvó de morir.

La voz se le quiebra a doña Rosa M., mientras cuenta cómo fue que su nieto logró sobrevivir al fuego al que fue sometido el primero de enero en comunidad de Cullitahua del barrio San Francisco, de la parroquia Constantino Fernández.

La mujer señala que el joven, ahora de 18 años, vive con ella y que jamás estuvo involucrado en ningún acto delictivo para que la embravecida comunidad le deje parte de la espalda, el cuello y los brazos con grandes cicatrices provocadas por las llamas.

Testimonio

Adrián M., cuenta que el infierno vivido hace más de siete meses no se termina, ya que ahora las cicatrices no solamente tienen un aspecto terrible, sino que también le causan una gran picazón, dolor y ardor que en ocasiones se hacen insoportables.

A su memoria llegan los punzantes recuerdos de esa madrugada. Cuenta que el 31 de diciembre de 2018 él junto a su novia estuvieron en un baile en otra comunidad, pero al amanecer del primero de enero luego de ir a dejar a su enamorada regresó a su casa.

“Ahí vi que mi pana estaba amarrado y golpeado, pero no sabía por qué. Seguí caminando por la cuesta y fue entonces que me cogieron”, dice Adrián.

Agrega que eso ocurrió a eso de las 08:30 mientras caminaba a su casa. Él tiene claro el nombre del hombre que supuestamente lo habría amarrado con una chalina y lo llevaron al poste en donde estaba el otro sujeto.

“A mí me cogieron diciendo que yo había estado robando, pero no es así, yo estaba un poco borracho, pero no había hecho nada”, comenta.

Aunque no llora, su mirada se nubla al contar que le lanzaron gasolina y le prendieron fuego, dice que lo ayudaron a zafarse lo que le permitió sacarse la chompa y las dos camisetas que tenía para salir corriendo y poder ser atendido por los paramédicos que habrían tenido que hacer varias peripecias para salir de la comunidad y trasladarlo hasta el hospital.

Petición

Ahora junto a su abuelita piden a las autoridades que se haga justicia, pues por la gravedad de sus quemaduras no puede trabajar, además, necesita por lo menos dos cirugías plásticas para que su vida de alguna manera vuelva a ser normal.

Doña Rosa dice que su nieto antes de lo ocurrido ganaba alrededor de 90 dólares semanales, pero ahora no puede ni siquiera conseguir para el pan del día.

“Aunque yo le doy todo lo que puedo él va fiando a un tío a una tía y así pareciera que vive de la caridad, lo que antes nunca había pasado”, dice la mujer de 61 años.

Ellos esperan poder contar con manos generosas que les permitan tener los recursos para todo lo que conllevan las operaciones que necesita y la recuperación de éstas; así como justicia humana y divina que les ayude a superar todo lo ocurrido ese primero de enero de 2019. (NVP)