No es culpa de la vaca

Manuel Castro M.

Nos lamentamos los desaciertos, robos, abusos y más arroces de estos últimos doce años, con fundamentos ciertos desde luego. Tales atrocidades le culpamos totalmente a la vaca, en el caso a Correa y su banda.

Es culpa de aquellos una Constitución que crea no un país de Derecho sino de derechos, que crea un Consejo de participación “ciudadana” estatal; que mediante consultas dirigidas y enmiendas ilegales se metió la mano a la justicia, se suprimió los casinos, las corridas de toros y las importantes peleas de gallos; que mediante reformas se dio facultades legales a la Contraloría para que los fiscales no puedan iniciar juicios por peculado sin su informe administrativo.

Lo grave, es que se hizo pedazos la economía del país; se suprimió prácticamente el Banco Central (era el tercero para opinar y dictaminar sobre la marcha económica del país). Se crearon 40 instituciones entre ministerios y direcciones, contratando más de 100 mil burócratas. Finalmente con ayuda o no se designó un gobierno y una Asamblea continuistas. Todo por culpa de la vaca.

Olvidándonos de la vaca, viene al caso la cita de la tira cómica “Pogo” de Walt Kelley: “Hemos encontrado al enemigo, y somos nosotros”. Admitamos que mediante elecciones y consultas aprobamos la Constitución vigente, designamos a los asambleístas en mayoría de Alianza País, la reelección de Correa y la elección de Moreno, hoy medio revisionista.

Hoy se lamentan los quiteños de las decisiones perrunas, anti reinas, demagógicas, del alcalde Yunda, mas resulta que a aquél lo eligieron los quiteños. Igualmente la designación de los miembros del Consejo de Participación Ciudadana es motivo de indignación de “tirios y troyanos”, salvo de los incorregibles correístas. Mas, los votos que alcanzaron los siete miembros y sus suplentes es cercano a un no despreciable 40%. Cierto es que como dice Borges: “La democracia es una simple estadística”. No es lo mejor, pero por lo menos permite “patalear”.

Una vez que entendamos nuestras culpas y responsabilidades, podremos crear un país grande y próspero. O soñarlo que es bastante.

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