Ocaso para los reinados

Jaime López

Por una resolución proveniente del Alcalde capitalino se ha decretado que la elección de la Reina de la ciudad no va más, argumentando exámenes presupuestarios complementos de otros que se han hecho, algunos de ellos bien intencionados, pero que se suman a una Administración que está caminando por senderos medios torcidos, ocultando la claridad que debe tener el futuro quiteño y el rescate de sus valores para seguir siendo la capital hermosa y señorial que merecemos los ecuatorianos.

Resolución que ha despertado en el país adhesiones y rechazos, consultas y opiniones muchas de ellas sustentadas con argumentos fundamentalistas exagerados dirigidos a definir a la mujer como la víctima diaria de los machistas, tipo musulmanes, que cuando aceptan ser candidatas a los reinados no pueden rebasar la libido y lujuria de los empresarios que están atrás de los concursos despreciando la calidad intelectual que las damas tienen.

Olvidan los adherentes a la supresión de los reinados, las tradiciones inmutables de muchas ciudades y cantones nacionales, en donde la exaltación a la belleza de sus mujeres y a sus condiciones para desarrollar actividades sociales y comunitarias, es uno de los elementos definidores de la identidad cívica que sus pueblos tienen como sociedad organizada y de veneración a la Pachamama por ser albergue de los ancestros Como ejemplo altivo y de orgullo permanente, la ambateñía y su práctica jamás pueden permitir que la fiesta mayor se cumpla sin la presencia de su soberana, pero tampoco pueden caer en las ridiculeces que lejos de nuestras fronteras y en otras ciudades hermanas, piensan que deben ser reglamentos para elegir su Reina.

El Alcalde quiteño luego de imaginar la vigencia de la hora borojó, publicitando su opinión como punto de partida para su administración, cayó de bruces en la ironía que tanto practican los oriundos de Quito y los chagras que allí habitan y ahora sin ocultar su correísmo que lo define y califica, se opone a que en la Plaza Belmonte se organicen los festejos taurinos razón de su creación. Los vecinos latacungueños fueron los primeros en respaldar a Yunda y sus dislates olvidando a su mama negra anualmente elegida por sus instituciones, como reina espiritual de sus festejos convertidos en patrimonio. Eso dice mucho sobre su respaldo.