Reconocimiento o revancha

Rocío Silva de Castillo

Se han cumplido seis meses, desde que se instaló en funciones el Concejo Municipal de Ambato; y, la Comisión de Cultura de dicho Concejo, como resultado de su trabajo en este medio año, propone el cambio de nombre del Municipio de la ciudad, es decir se pretendería que se denomine Gobierno Autónomo Descentralizado Municipalidad Intercultural de Ambato (Gadmia).

El vocero de este propósito, integrante de la Comisión, es el concejal Rumiñahui Lligalo, el mismo que apenas supo que había sido elegido como concejal, decía a sus excompañeros de trabajo que, tanto en el Consejo Provincial como en el Municipio, se habría de contratar solo a personal indígena y que Lourdes Tibán vendría como asesora.

El edil vocero, explica que la propuesta de cambio de nombre, trae consigo el reconocimiento al espacio, trayecto y trabajo de los pueblos indígenas y campesinos; y trae a colación la autodeterminación de los pueblos reconocidos por la Conaie en Tungurahua, como son los cuatro pueblos indígenas: Chibuleos, Kisapinchas, Pilahuines y Tomabelas. Sucedió hace cinco meses este mismo intento de cambio de nombre del H. Consejo Provincial de Tungurahua, una encuesta desde una página de Facebook, arrojó un rechazo del 82% a dicho planteamiento. Parecería que hay que recordar que, la interculturalidad para ser legitimada en la administración gubernamental, requiere de políticas públicas como acciones de gobierno con objetivos de interés público, que surgen de decisiones sustentadas en un proceso de diagnóstico y análisis de factibilidad.

No es una cuestión de membrete, mucho menos de revancha histórica, la interculturalidad es una práctica cotidiana que en muchas ocasiones no está equilibrada en las relaciones de poder, pero que marca una territorialidad que a la larga se vuelve incluyente y excluyente. Los concejales deben: 1) buscar objetivos de interés o beneficio público; y 2) Investigar que implica el uso de un método para asegurar que la decisión tomada es la mejor alternativa posible para resolver el equilibrio en las relaciones de poder. Ni revancha, ni imprudencia, ni jactancia son buenos consejeros para el desempeño de un espacio de elección popular.

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