En Izamba se labora con zozobra

Medidas. Los negocios en la avenida Pedro Vásconez se mantienen cerrados casi en su totalidad.
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Medidas. Los negocios en la avenida Pedro Vásconez se mantienen cerrados casi en su totalidad.
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Medidas. Los negocios en la avenida Pedro Vásconez se mantienen cerrados casi en su totalidad.

Los pocos comerciantes que deciden abrir sus locales, comentan que aunque no hay garantías igual deben trabajar.

“Si no hubiese sido por los dos clientes que se quedaron encerrados con nosotros dentro de la panadería, no hubiésemos podido sostener la puerta que querían abrirnos a la fuerza”, dijo Rosa T., a quien la tarde del viernes un grupo de una 30 de comuneros intentaron abrirle a la fuerza la puerta de su panadería.

Ella cuenta que ese día escuchó que llegaban los comuneros a hacerles cerrar las puertas y ella junto a la señora que le ayuda en la atención lo hicieron, sin embargo, eso no les habría importado, pues con fierros y palos en manos intentaron ingresar al local.

“No sabemos bien qué es lo que quieren, cuando pudimos nosotros entregamos ayuda para los manifestantes porque entendemos que las medidas nos hacen daño a todos, pero la situación de ayer (viernes) casi se sale de las manos y no tenemos a quien acudir”, dijo la mujer.

Otras versiones

Algo similar comentó Anita Alomalisa, quien tiene una tienda de abarrotes y cuentan que desde que inició la manifestación ellos como parroquia han sido sitiados.

“Vea aquí no hay paso, pero por lo menos hasta el lunes o martes podíamos trabajar tranquilos y en lo personal hasta les envié granos, hortalizas y frutas para que se puedan mantener en pie de lucha, pero ahora no nos dejan trabajar y quieren colaboración cuando ya ni siquiera tengo para mi familia”, comentó la comerciante.

Lo mismo mencionó David C., quien con sus cubetas de pollos pelados acudió hasta un sector en la parroquia y comentó que jamás se imaginó que le iban a quitar sus productos sin ninguna pena ni consideración.

Las pocas personas que se arriesgaron a abrir sus negocios a lo largo de la avenida Pedro Vásconez, cuentan que las camionetas pasan cada tres o cuatro horas verificando que la gente no abra sus locales, aduciendo que todos necesitan plegarse a la paralización para hacer que se derogue el decreto 883. (NVP)

Voces a favor

Por su parte Julio, quien prefirió mantener su apellido en reserva, señaló que está de acuerdo con que todo el pueblo se pliegue a la paralización, sin embargo, señala que no va a dejar de abrir su local, con los riesgos que esto señala, porque necesita seguir produciendo algo para su familia y las contribuciones que se hacen a los movimientos indígenas declarados en resistencia.

Lo mismo señaló Juan Díaz, quien caminaba con algunas compras en mano, y puntualizó que no se puede dejar la protesta ciudadana solo en manos de las comunidades indígenas, pues las medidas económicas afectan a todos. (NVP)

DATO

El comercio en la zona ha disminuido hasta en un 95 por ciento desde que iniciaron las movilizaciones.

TOME NOTA

Los ‘controles’ para verificar que los locales no están trabajando, se realizan en periodos establecidos de entre tres y cuatro horas.

Los pocos comerciantes que deciden abrir sus locales, comentan que aunque no hay garantías igual deben trabajar.

“Si no hubiese sido por los dos clientes que se quedaron encerrados con nosotros dentro de la panadería, no hubiésemos podido sostener la puerta que querían abrirnos a la fuerza”, dijo Rosa T., a quien la tarde del viernes un grupo de una 30 de comuneros intentaron abrirle a la fuerza la puerta de su panadería.

Ella cuenta que ese día escuchó que llegaban los comuneros a hacerles cerrar las puertas y ella junto a la señora que le ayuda en la atención lo hicieron, sin embargo, eso no les habría importado, pues con fierros y palos en manos intentaron ingresar al local.

“No sabemos bien qué es lo que quieren, cuando pudimos nosotros entregamos ayuda para los manifestantes porque entendemos que las medidas nos hacen daño a todos, pero la situación de ayer (viernes) casi se sale de las manos y no tenemos a quien acudir”, dijo la mujer.

Otras versiones

Algo similar comentó Anita Alomalisa, quien tiene una tienda de abarrotes y cuentan que desde que inició la manifestación ellos como parroquia han sido sitiados.

“Vea aquí no hay paso, pero por lo menos hasta el lunes o martes podíamos trabajar tranquilos y en lo personal hasta les envié granos, hortalizas y frutas para que se puedan mantener en pie de lucha, pero ahora no nos dejan trabajar y quieren colaboración cuando ya ni siquiera tengo para mi familia”, comentó la comerciante.

Lo mismo mencionó David C., quien con sus cubetas de pollos pelados acudió hasta un sector en la parroquia y comentó que jamás se imaginó que le iban a quitar sus productos sin ninguna pena ni consideración.

Las pocas personas que se arriesgaron a abrir sus negocios a lo largo de la avenida Pedro Vásconez, cuentan que las camionetas pasan cada tres o cuatro horas verificando que la gente no abra sus locales, aduciendo que todos necesitan plegarse a la paralización para hacer que se derogue el decreto 883. (NVP)

Voces a favor

Por su parte Julio, quien prefirió mantener su apellido en reserva, señaló que está de acuerdo con que todo el pueblo se pliegue a la paralización, sin embargo, señala que no va a dejar de abrir su local, con los riesgos que esto señala, porque necesita seguir produciendo algo para su familia y las contribuciones que se hacen a los movimientos indígenas declarados en resistencia.

Lo mismo señaló Juan Díaz, quien caminaba con algunas compras en mano, y puntualizó que no se puede dejar la protesta ciudadana solo en manos de las comunidades indígenas, pues las medidas económicas afectan a todos. (NVP)

DATO

El comercio en la zona ha disminuido hasta en un 95 por ciento desde que iniciaron las movilizaciones.

TOME NOTA

Los ‘controles’ para verificar que los locales no están trabajando, se realizan en periodos establecidos de entre tres y cuatro horas.

Los pocos comerciantes que deciden abrir sus locales, comentan que aunque no hay garantías igual deben trabajar.

“Si no hubiese sido por los dos clientes que se quedaron encerrados con nosotros dentro de la panadería, no hubiésemos podido sostener la puerta que querían abrirnos a la fuerza”, dijo Rosa T., a quien la tarde del viernes un grupo de una 30 de comuneros intentaron abrirle a la fuerza la puerta de su panadería.

Ella cuenta que ese día escuchó que llegaban los comuneros a hacerles cerrar las puertas y ella junto a la señora que le ayuda en la atención lo hicieron, sin embargo, eso no les habría importado, pues con fierros y palos en manos intentaron ingresar al local.

“No sabemos bien qué es lo que quieren, cuando pudimos nosotros entregamos ayuda para los manifestantes porque entendemos que las medidas nos hacen daño a todos, pero la situación de ayer (viernes) casi se sale de las manos y no tenemos a quien acudir”, dijo la mujer.

Otras versiones

Algo similar comentó Anita Alomalisa, quien tiene una tienda de abarrotes y cuentan que desde que inició la manifestación ellos como parroquia han sido sitiados.

“Vea aquí no hay paso, pero por lo menos hasta el lunes o martes podíamos trabajar tranquilos y en lo personal hasta les envié granos, hortalizas y frutas para que se puedan mantener en pie de lucha, pero ahora no nos dejan trabajar y quieren colaboración cuando ya ni siquiera tengo para mi familia”, comentó la comerciante.

Lo mismo mencionó David C., quien con sus cubetas de pollos pelados acudió hasta un sector en la parroquia y comentó que jamás se imaginó que le iban a quitar sus productos sin ninguna pena ni consideración.

Las pocas personas que se arriesgaron a abrir sus negocios a lo largo de la avenida Pedro Vásconez, cuentan que las camionetas pasan cada tres o cuatro horas verificando que la gente no abra sus locales, aduciendo que todos necesitan plegarse a la paralización para hacer que se derogue el decreto 883. (NVP)

Voces a favor

Por su parte Julio, quien prefirió mantener su apellido en reserva, señaló que está de acuerdo con que todo el pueblo se pliegue a la paralización, sin embargo, señala que no va a dejar de abrir su local, con los riesgos que esto señala, porque necesita seguir produciendo algo para su familia y las contribuciones que se hacen a los movimientos indígenas declarados en resistencia.

Lo mismo señaló Juan Díaz, quien caminaba con algunas compras en mano, y puntualizó que no se puede dejar la protesta ciudadana solo en manos de las comunidades indígenas, pues las medidas económicas afectan a todos. (NVP)

DATO

El comercio en la zona ha disminuido hasta en un 95 por ciento desde que iniciaron las movilizaciones.

TOME NOTA

Los ‘controles’ para verificar que los locales no están trabajando, se realizan en periodos establecidos de entre tres y cuatro horas.

Los pocos comerciantes que deciden abrir sus locales, comentan que aunque no hay garantías igual deben trabajar.

“Si no hubiese sido por los dos clientes que se quedaron encerrados con nosotros dentro de la panadería, no hubiésemos podido sostener la puerta que querían abrirnos a la fuerza”, dijo Rosa T., a quien la tarde del viernes un grupo de una 30 de comuneros intentaron abrirle a la fuerza la puerta de su panadería.

Ella cuenta que ese día escuchó que llegaban los comuneros a hacerles cerrar las puertas y ella junto a la señora que le ayuda en la atención lo hicieron, sin embargo, eso no les habría importado, pues con fierros y palos en manos intentaron ingresar al local.

“No sabemos bien qué es lo que quieren, cuando pudimos nosotros entregamos ayuda para los manifestantes porque entendemos que las medidas nos hacen daño a todos, pero la situación de ayer (viernes) casi se sale de las manos y no tenemos a quien acudir”, dijo la mujer.

Otras versiones

Algo similar comentó Anita Alomalisa, quien tiene una tienda de abarrotes y cuentan que desde que inició la manifestación ellos como parroquia han sido sitiados.

“Vea aquí no hay paso, pero por lo menos hasta el lunes o martes podíamos trabajar tranquilos y en lo personal hasta les envié granos, hortalizas y frutas para que se puedan mantener en pie de lucha, pero ahora no nos dejan trabajar y quieren colaboración cuando ya ni siquiera tengo para mi familia”, comentó la comerciante.

Lo mismo mencionó David C., quien con sus cubetas de pollos pelados acudió hasta un sector en la parroquia y comentó que jamás se imaginó que le iban a quitar sus productos sin ninguna pena ni consideración.

Las pocas personas que se arriesgaron a abrir sus negocios a lo largo de la avenida Pedro Vásconez, cuentan que las camionetas pasan cada tres o cuatro horas verificando que la gente no abra sus locales, aduciendo que todos necesitan plegarse a la paralización para hacer que se derogue el decreto 883. (NVP)

Voces a favor

Por su parte Julio, quien prefirió mantener su apellido en reserva, señaló que está de acuerdo con que todo el pueblo se pliegue a la paralización, sin embargo, señala que no va a dejar de abrir su local, con los riesgos que esto señala, porque necesita seguir produciendo algo para su familia y las contribuciones que se hacen a los movimientos indígenas declarados en resistencia.

Lo mismo señaló Juan Díaz, quien caminaba con algunas compras en mano, y puntualizó que no se puede dejar la protesta ciudadana solo en manos de las comunidades indígenas, pues las medidas económicas afectan a todos. (NVP)

DATO

El comercio en la zona ha disminuido hasta en un 95 por ciento desde que iniciaron las movilizaciones.

TOME NOTA

Los ‘controles’ para verificar que los locales no están trabajando, se realizan en periodos establecidos de entre tres y cuatro horas.