No es racismo

Juan Sebastián Vargas

A propósito de las últimas manifestaciones por las medidas económicas que desataron la furia de los sectores del transporte e indígenas nos quedan algunas importantes lecciones, vivimos días de zozobra, de división e inseguridad, independientemente de estar o no de acuerdo con las decisiones gubernamentales y entendiendo el derecho de protesta que tenemos como ciudadanos, lo sucedido en las calles llegó a ser decepcionante y bochornoso, demuestran la miseria humana en su máxima expresión y como digo en el título de este artículo no se trata de racismo, el hecho de que una persona sea indígena no le da más derechos de otra que no lo sea, al fin de cuentas todos tenemos los mismos derechos y somos iguales ante la ley, el ser indígena no te da atribución de secuestrar policías y periodistas, de lanzar piedras y destruir la propiedad privada, de “caerte a palazos” por no unirte a su causa, de obligarte violentamente a cerrar negocios ya sea una pequeña carreta de venta de alimentos o una gran empresa, de privarte del servicio más indispensable del ser humano como el agua destruyendo tuberías y afectando a toda una ciudad, a cortar señales de radio y televisión, de cerrar carreteras y cortar suministros, absolutamente nadie tiene el derecho de agredirte escudado en una etnia, comunidad, gremio o lo que sea, así que no se trata de racismo sino de respeto al prójimo y de educación, las cosas en su lugar, el pueblo somos todos, pobres, ricos, indígenas, afroecuatorianos, mestizos, absolutamente todos, es por esa razón que no es racional que exista gente justificando la violencia y la agresividad con la que fuimos tratados durante estos días, simplemente no hay pretexto, es totalmente vergonzoso que se hayan tomado la Gobernación, que personas resentidas les hayan permitido ocupar la Casa de la Cultura en nuestra ciudad, con el respeto a cualquier otro criterio no concibo la idea de que puedas ayudar con víveres y donaciones a aquellos que vinieron a destruir y a agredir, simplemente no hay lógica.

Los daños a la propiedad privada son incalculables, se perdió el respeto, pero sobre todo se perdió la unión que tuvimos en el 2016 luego del terremoto, aquí no ganó nadie, perdimos todos.

Juan Sebastián Vargas

A propósito de las últimas manifestaciones por las medidas económicas que desataron la furia de los sectores del transporte e indígenas nos quedan algunas importantes lecciones, vivimos días de zozobra, de división e inseguridad, independientemente de estar o no de acuerdo con las decisiones gubernamentales y entendiendo el derecho de protesta que tenemos como ciudadanos, lo sucedido en las calles llegó a ser decepcionante y bochornoso, demuestran la miseria humana en su máxima expresión y como digo en el título de este artículo no se trata de racismo, el hecho de que una persona sea indígena no le da más derechos de otra que no lo sea, al fin de cuentas todos tenemos los mismos derechos y somos iguales ante la ley, el ser indígena no te da atribución de secuestrar policías y periodistas, de lanzar piedras y destruir la propiedad privada, de “caerte a palazos” por no unirte a su causa, de obligarte violentamente a cerrar negocios ya sea una pequeña carreta de venta de alimentos o una gran empresa, de privarte del servicio más indispensable del ser humano como el agua destruyendo tuberías y afectando a toda una ciudad, a cortar señales de radio y televisión, de cerrar carreteras y cortar suministros, absolutamente nadie tiene el derecho de agredirte escudado en una etnia, comunidad, gremio o lo que sea, así que no se trata de racismo sino de respeto al prójimo y de educación, las cosas en su lugar, el pueblo somos todos, pobres, ricos, indígenas, afroecuatorianos, mestizos, absolutamente todos, es por esa razón que no es racional que exista gente justificando la violencia y la agresividad con la que fuimos tratados durante estos días, simplemente no hay pretexto, es totalmente vergonzoso que se hayan tomado la Gobernación, que personas resentidas les hayan permitido ocupar la Casa de la Cultura en nuestra ciudad, con el respeto a cualquier otro criterio no concibo la idea de que puedas ayudar con víveres y donaciones a aquellos que vinieron a destruir y a agredir, simplemente no hay lógica.

Los daños a la propiedad privada son incalculables, se perdió el respeto, pero sobre todo se perdió la unión que tuvimos en el 2016 luego del terremoto, aquí no ganó nadie, perdimos todos.

Juan Sebastián Vargas

A propósito de las últimas manifestaciones por las medidas económicas que desataron la furia de los sectores del transporte e indígenas nos quedan algunas importantes lecciones, vivimos días de zozobra, de división e inseguridad, independientemente de estar o no de acuerdo con las decisiones gubernamentales y entendiendo el derecho de protesta que tenemos como ciudadanos, lo sucedido en las calles llegó a ser decepcionante y bochornoso, demuestran la miseria humana en su máxima expresión y como digo en el título de este artículo no se trata de racismo, el hecho de que una persona sea indígena no le da más derechos de otra que no lo sea, al fin de cuentas todos tenemos los mismos derechos y somos iguales ante la ley, el ser indígena no te da atribución de secuestrar policías y periodistas, de lanzar piedras y destruir la propiedad privada, de “caerte a palazos” por no unirte a su causa, de obligarte violentamente a cerrar negocios ya sea una pequeña carreta de venta de alimentos o una gran empresa, de privarte del servicio más indispensable del ser humano como el agua destruyendo tuberías y afectando a toda una ciudad, a cortar señales de radio y televisión, de cerrar carreteras y cortar suministros, absolutamente nadie tiene el derecho de agredirte escudado en una etnia, comunidad, gremio o lo que sea, así que no se trata de racismo sino de respeto al prójimo y de educación, las cosas en su lugar, el pueblo somos todos, pobres, ricos, indígenas, afroecuatorianos, mestizos, absolutamente todos, es por esa razón que no es racional que exista gente justificando la violencia y la agresividad con la que fuimos tratados durante estos días, simplemente no hay pretexto, es totalmente vergonzoso que se hayan tomado la Gobernación, que personas resentidas les hayan permitido ocupar la Casa de la Cultura en nuestra ciudad, con el respeto a cualquier otro criterio no concibo la idea de que puedas ayudar con víveres y donaciones a aquellos que vinieron a destruir y a agredir, simplemente no hay lógica.

Los daños a la propiedad privada son incalculables, se perdió el respeto, pero sobre todo se perdió la unión que tuvimos en el 2016 luego del terremoto, aquí no ganó nadie, perdimos todos.

Juan Sebastián Vargas

A propósito de las últimas manifestaciones por las medidas económicas que desataron la furia de los sectores del transporte e indígenas nos quedan algunas importantes lecciones, vivimos días de zozobra, de división e inseguridad, independientemente de estar o no de acuerdo con las decisiones gubernamentales y entendiendo el derecho de protesta que tenemos como ciudadanos, lo sucedido en las calles llegó a ser decepcionante y bochornoso, demuestran la miseria humana en su máxima expresión y como digo en el título de este artículo no se trata de racismo, el hecho de que una persona sea indígena no le da más derechos de otra que no lo sea, al fin de cuentas todos tenemos los mismos derechos y somos iguales ante la ley, el ser indígena no te da atribución de secuestrar policías y periodistas, de lanzar piedras y destruir la propiedad privada, de “caerte a palazos” por no unirte a su causa, de obligarte violentamente a cerrar negocios ya sea una pequeña carreta de venta de alimentos o una gran empresa, de privarte del servicio más indispensable del ser humano como el agua destruyendo tuberías y afectando a toda una ciudad, a cortar señales de radio y televisión, de cerrar carreteras y cortar suministros, absolutamente nadie tiene el derecho de agredirte escudado en una etnia, comunidad, gremio o lo que sea, así que no se trata de racismo sino de respeto al prójimo y de educación, las cosas en su lugar, el pueblo somos todos, pobres, ricos, indígenas, afroecuatorianos, mestizos, absolutamente todos, es por esa razón que no es racional que exista gente justificando la violencia y la agresividad con la que fuimos tratados durante estos días, simplemente no hay pretexto, es totalmente vergonzoso que se hayan tomado la Gobernación, que personas resentidas les hayan permitido ocupar la Casa de la Cultura en nuestra ciudad, con el respeto a cualquier otro criterio no concibo la idea de que puedas ayudar con víveres y donaciones a aquellos que vinieron a destruir y a agredir, simplemente no hay lógica.

Los daños a la propiedad privada son incalculables, se perdió el respeto, pero sobre todo se perdió la unión que tuvimos en el 2016 luego del terremoto, aquí no ganó nadie, perdimos todos.