Sujetos-objetos

Rocío Silva

La comparecencia de los dirigentes indígenas Leonidas Iza y Jaime Vargas ante la comisión parlamentaria que investiga el paro nacional, dejó como resultado un uso cínico y desmesurado de las relaciones de poder de estos dirigentes, fraguadas en el resentimiento político y la revancha social.

Iza se trepó en su consabido “tractorcito” de violencia verbal, desde ahí fustigó sin miramiento alguno contra todo y todos, tiró de los pelos a la colonización y a la ancestralidad, no tuvo tapujo alguno en tachar de ignorantes, estúpidos, zombis, faltos de entendimiento. Su poder basado en la violencia verbal, hizo una taxonomía del país, nos clasificó en ignorantes, estúpidos, zombis sin capacidad alguna de entendimiento. Vargas por su parte, hizo gala de su cinismo y con símiles de elementalidad única, pretendió cubrir con absoluta desfachatez sus intenciones paramilitares, la toma de los pozos petroleros; esta actitud fue festejada por sus auspiciantes políticos, queda claro quienes manejan el poder.

Sin duda alguna, Iza y Vargas, creen que el poder político que pretenden tener, está sustentando en su condición étnica simplemente, para ellos todo está justificado en lugares comunes, en discursos mandados a hacer a la medida; para nada perciben que son instrumentos y sus efectos, siguen siendo instrumentos, caso contrario no contarían con el beneplácito de los asambleístas del ala correista, tan venida a menos y tan desesperadas en tomar un poco de oxígeno, para revivir sus cadáveres.

Entonces, ¿quién mismo hace ejercicio del poder?, esos infiltrados a los que aluden Iza y Vargas, pero a la hora de la verdad no tienen nombre, ni pueden ser ubicados, les basta no contestar sobre cuánto costó la movilización, ni cómo se armó la estrategia de ataque a Quito, ni para que se tomaron varias gobernaciones en el país, ni la suspensión del agua en Ambato, peor sobre la construcción de escudos y armas caseras. Iza y Vargas volvieron a perder puntos, su comportamiento los inscribe como sujetos-objetos que: incitan, inducen, traicionan, desvían, facilitan, mienten, minimizan sus acciones; en definitiva, ensalzan el poder de los otros sobre sí mismos, se creen sujetos y se confirman como objetos.

Rocío Silva

La comparecencia de los dirigentes indígenas Leonidas Iza y Jaime Vargas ante la comisión parlamentaria que investiga el paro nacional, dejó como resultado un uso cínico y desmesurado de las relaciones de poder de estos dirigentes, fraguadas en el resentimiento político y la revancha social.

Iza se trepó en su consabido “tractorcito” de violencia verbal, desde ahí fustigó sin miramiento alguno contra todo y todos, tiró de los pelos a la colonización y a la ancestralidad, no tuvo tapujo alguno en tachar de ignorantes, estúpidos, zombis, faltos de entendimiento. Su poder basado en la violencia verbal, hizo una taxonomía del país, nos clasificó en ignorantes, estúpidos, zombis sin capacidad alguna de entendimiento. Vargas por su parte, hizo gala de su cinismo y con símiles de elementalidad única, pretendió cubrir con absoluta desfachatez sus intenciones paramilitares, la toma de los pozos petroleros; esta actitud fue festejada por sus auspiciantes políticos, queda claro quienes manejan el poder.

Sin duda alguna, Iza y Vargas, creen que el poder político que pretenden tener, está sustentando en su condición étnica simplemente, para ellos todo está justificado en lugares comunes, en discursos mandados a hacer a la medida; para nada perciben que son instrumentos y sus efectos, siguen siendo instrumentos, caso contrario no contarían con el beneplácito de los asambleístas del ala correista, tan venida a menos y tan desesperadas en tomar un poco de oxígeno, para revivir sus cadáveres.

Entonces, ¿quién mismo hace ejercicio del poder?, esos infiltrados a los que aluden Iza y Vargas, pero a la hora de la verdad no tienen nombre, ni pueden ser ubicados, les basta no contestar sobre cuánto costó la movilización, ni cómo se armó la estrategia de ataque a Quito, ni para que se tomaron varias gobernaciones en el país, ni la suspensión del agua en Ambato, peor sobre la construcción de escudos y armas caseras. Iza y Vargas volvieron a perder puntos, su comportamiento los inscribe como sujetos-objetos que: incitan, inducen, traicionan, desvían, facilitan, mienten, minimizan sus acciones; en definitiva, ensalzan el poder de los otros sobre sí mismos, se creen sujetos y se confirman como objetos.

Rocío Silva

La comparecencia de los dirigentes indígenas Leonidas Iza y Jaime Vargas ante la comisión parlamentaria que investiga el paro nacional, dejó como resultado un uso cínico y desmesurado de las relaciones de poder de estos dirigentes, fraguadas en el resentimiento político y la revancha social.

Iza se trepó en su consabido “tractorcito” de violencia verbal, desde ahí fustigó sin miramiento alguno contra todo y todos, tiró de los pelos a la colonización y a la ancestralidad, no tuvo tapujo alguno en tachar de ignorantes, estúpidos, zombis, faltos de entendimiento. Su poder basado en la violencia verbal, hizo una taxonomía del país, nos clasificó en ignorantes, estúpidos, zombis sin capacidad alguna de entendimiento. Vargas por su parte, hizo gala de su cinismo y con símiles de elementalidad única, pretendió cubrir con absoluta desfachatez sus intenciones paramilitares, la toma de los pozos petroleros; esta actitud fue festejada por sus auspiciantes políticos, queda claro quienes manejan el poder.

Sin duda alguna, Iza y Vargas, creen que el poder político que pretenden tener, está sustentando en su condición étnica simplemente, para ellos todo está justificado en lugares comunes, en discursos mandados a hacer a la medida; para nada perciben que son instrumentos y sus efectos, siguen siendo instrumentos, caso contrario no contarían con el beneplácito de los asambleístas del ala correista, tan venida a menos y tan desesperadas en tomar un poco de oxígeno, para revivir sus cadáveres.

Entonces, ¿quién mismo hace ejercicio del poder?, esos infiltrados a los que aluden Iza y Vargas, pero a la hora de la verdad no tienen nombre, ni pueden ser ubicados, les basta no contestar sobre cuánto costó la movilización, ni cómo se armó la estrategia de ataque a Quito, ni para que se tomaron varias gobernaciones en el país, ni la suspensión del agua en Ambato, peor sobre la construcción de escudos y armas caseras. Iza y Vargas volvieron a perder puntos, su comportamiento los inscribe como sujetos-objetos que: incitan, inducen, traicionan, desvían, facilitan, mienten, minimizan sus acciones; en definitiva, ensalzan el poder de los otros sobre sí mismos, se creen sujetos y se confirman como objetos.

Rocío Silva

La comparecencia de los dirigentes indígenas Leonidas Iza y Jaime Vargas ante la comisión parlamentaria que investiga el paro nacional, dejó como resultado un uso cínico y desmesurado de las relaciones de poder de estos dirigentes, fraguadas en el resentimiento político y la revancha social.

Iza se trepó en su consabido “tractorcito” de violencia verbal, desde ahí fustigó sin miramiento alguno contra todo y todos, tiró de los pelos a la colonización y a la ancestralidad, no tuvo tapujo alguno en tachar de ignorantes, estúpidos, zombis, faltos de entendimiento. Su poder basado en la violencia verbal, hizo una taxonomía del país, nos clasificó en ignorantes, estúpidos, zombis sin capacidad alguna de entendimiento. Vargas por su parte, hizo gala de su cinismo y con símiles de elementalidad única, pretendió cubrir con absoluta desfachatez sus intenciones paramilitares, la toma de los pozos petroleros; esta actitud fue festejada por sus auspiciantes políticos, queda claro quienes manejan el poder.

Sin duda alguna, Iza y Vargas, creen que el poder político que pretenden tener, está sustentando en su condición étnica simplemente, para ellos todo está justificado en lugares comunes, en discursos mandados a hacer a la medida; para nada perciben que son instrumentos y sus efectos, siguen siendo instrumentos, caso contrario no contarían con el beneplácito de los asambleístas del ala correista, tan venida a menos y tan desesperadas en tomar un poco de oxígeno, para revivir sus cadáveres.

Entonces, ¿quién mismo hace ejercicio del poder?, esos infiltrados a los que aluden Iza y Vargas, pero a la hora de la verdad no tienen nombre, ni pueden ser ubicados, les basta no contestar sobre cuánto costó la movilización, ni cómo se armó la estrategia de ataque a Quito, ni para que se tomaron varias gobernaciones en el país, ni la suspensión del agua en Ambato, peor sobre la construcción de escudos y armas caseras. Iza y Vargas volvieron a perder puntos, su comportamiento los inscribe como sujetos-objetos que: incitan, inducen, traicionan, desvían, facilitan, mienten, minimizan sus acciones; en definitiva, ensalzan el poder de los otros sobre sí mismos, se creen sujetos y se confirman como objetos.