Reprimir no es solución

En estas últimas semanas el país ha sido testigo de protestas en contra del gobierno y de la falta de óptimas medidas adoptadas para enfrentar al coronavirus.

Las protestas se deben al hecho de que la gente no vio ningún beneficio por parte del ejecutivo sino más bien la adopción de una serie de iniciativas que no solamente no ayudan a la gente sino que más bien nos hunden aun más.

115.000 puestos de trabajo perdidos son el reflejo más evidente del fracaso político del cual hemos sido víctimas.

Pero también hay que añadir, la mediocre respuesta sanitaria que se le dio a la emergencia, reflejada por el alto número de víctimas; los cadáveres extraviados ; los videos que mostraban como por muchos días nadie fuese a retirar a los fallecidos de sus viviendas y las graves denuncias de corrupción y sobreprecios que solo indignan más y más a los que hoy no tienen ni para comer.

Pero, el Estado, viendo todo lo que pasa no se ha decidido a enfrentar con mayor fuerza al virus ni para castigar a los corruptos o impedir más despidos y más desempleo.

No. El Gobierno ha decidido luchar en contra de quien protesta.

Se pretende equipar y tutelar legalmente a las fuerzas armadas para que repriman el malcontento popular con todo el peso de la ley y del garrote.

Estas brillantes iniciativas solo terminarán exasperando los ánimos y aumentando un clima confrontacional innecesario entre pueblo y gobierno, que hoy llega, según las más optimistas encuestas, a un 19% de aceptación.

Esto significa que, a pesar de que la mayoría de la gente no comparte la política de Moreno, el gobierno, en lugar de ponerse a pensar en dónde se equivocó e intentar proporcionar trabajo y seguridad, esté listo a apostarle a la represión.

Estamos en las manos de mentes brillantes que no saben ni pueden gobernar y que parecen haberse quedado con el único argumento de la fuerza.

Falta un año para que la historia se haga cargo de juzgarlos, esperemos que no hagan más méritos para exasperar y complicar las vidas de sus mandantes.