Un respiro fiscal

El anuncio del Gobierno sobre un acuerdo preliminar con los acreedores de deuda externa es una buena noticia para el país. No es la panacea, pero sí traerá algo de oxígeno ante la asfixiante situación económica, acentuada pero no causada, por la pandemia del Covid-19.

Hasta que se concrete el acuerdo, la deuda externa comercial se concentra en nueve tipos de bonos, emitidos en distintos momentos y condiciones. En 2020, se debía destinar cerca del 2,5% del Producto Interno Bruto (PIB) al servicio de esa deuda.

Las condiciones del acuerdo agruparían los pagos en tres tipos de bonos con distintos vencimientos y condiciones, hasta 2040, 10 años más del plazo inicial. Los intereses que no se cubrieron durante la renegociación y por la emergencia sanitaria se deberán cubrir a partir de 2026, con la reducción de hasta $1.500 millones del monto total.

El Ecuador ha decidido ser un actor del mercado mundial: la ciudadanía tiene clara preferencia por consumir bienes importados -sin detrimento de impulsar lo nacional- y la moneda es el dólar y ya por decisión, no por imposición, la renegociación de la deuda externa es la única salida para mantener el flujo de capital extranjero hacia el país, al tiempo de conservar liquidez para hacer frente a las necesidades internas.

El ‘no pago de la deuda’ es un eufemismo anárquico de consecuencias nefastas. El acuerdo preliminar anunciado por el ministro Richard Martínez es un rayo de luz para las arcas fiscales, pero solo una continua política de austeridad y eficiencia en el gasto público logrará labrar un camino hacia la salud fiscal.

El problema es que la religión tiende a dar a la gente malas razones para que sea ‘buena’.

Sam Harris (1967- ) Filósofo y neurólogo estadounidense.

La muerte es el verdadero genio de la inspiración; sin la muerte no habría filosofía.

Luce Irigaray (1930- ) Psicoanalista y lingüista belga.