Álvaro Manzano Montero, la oveja negra de la familia

DIRECTOR. El maestro Álvaro Manzano dirigió mil conciertos. (foto cortesía)
DIRECTOR. El maestro Álvaro Manzano dirigió mil conciertos. (foto cortesía)

El teléfono suena tres veces, desde el otro lado una voz familiar, que podría ser la de un padre o un abuelo levanta la bocina.

Accede en segundos a conversar sobre su vida, dice que “ahorita está bien”, no quiere esperar para después.

La ‘nueva normalidad’ impide la cercanía de escuchar sus pasos, los movimientos de sus manos o sentir si su mirada es ilusoria o melancólica.

Una fotografía colgada en Google, dice que es o parece serio, casi nunca se muestra sonreído, a veces en alguna imagen se le escapó una curvita en la boca.

Su mirada es firme, inmóvil, está como detenida en el tiempo. Atrapada en el niño de 4 años, que movía los brazos sin sentido frente a un tocadiscos.

  • Desde muy pequeño tuve señales que me avisaban que mi camino era la música, yo no tengo memoria, mis padres dicen que me paraba frente al tocadiscos y movía mis brazos como simulando ser un director de orquesta.

Nació en 1955, se niega a revelar su fecha de nacimiento, no le importa la edad, pero no le gusta que le celebren los cumpleaños, nunca le gustó.

Sus padres no le contaron como fue el día en que llegó a la que dicen es la tierra de las flores y las frutas, pero la verdad, hace tiempo los árboles no dan frutas y el pavimento enterró las flores.

El maestro Álvaro Manzano Montero es ambateño, creció en uno de los barrios más populares y religiosos de la ciudad: La Merced.

Recuerda que en la calle Primera Imprenta hacía desfiles musicales, que organizaba junto a sus amigos que cargaban ollas y tapas para hacer ruido.

Él jugaba a ser el director, siempre iba al frente con un palito en las manos.

La no presencia de los cuerpos puede ser una pérdida, pero en la conversación a ratos hay silencios que son necesarios. La voz del maestro del otro lado del teléfono, esta vez, me permite cerrar los ojos y mirar lo que va diciendo.

  • ¿Qué siente usted cuando está frente a una orquesta?

No siento nada porque estoy dedicado absolutamente a la música, la música es todo, esto no es un trabajo, soy una persona con mucha suerte porque hago lo que más me gusta en la vida y me pagan, realmente es mucha suerte.

  • ¿Cuántas horas le dedica a la música?

Todo el tiempo yo vivo para la música. Me levanto voy a trabajar, almuerzo, regreso a casa, estudio todo el día, duermo, me levanto otra vez…

Cuando habla de su práctica, habla de disciplina, de esclavitud, entonces esta palabra se resignifica.

Cuando escribo: esclavitud, no hay falta de libertad sino, un hombre dominado por una pasión que necesita para vivir o que es su vida misma.

Álvaro empezó tarde en la música, así lo cuenta, fue a los ocho cuando inició a estudiar el acordeón y a los diez entró al conservatorio La Merced.

Nunca más se separó de la música. Quiso ser quién es y con esfuerzo y disciplina lo hizo. Tardó seis años en conseguir una beca para estudiar en Rusia.

En 1975 viajó al país europeo en donde estudió 10 años. A pesar de tener decenas de ofertas para trabajar en otros lugares de mundo, volvió al Ecuador como el primer director sinfónico de ópera del país, estudió en el Conservatorio Tachaikovsky de Moscú.

Contando desde la primera vez que dirigió en la Orquesta Sinfónica Nacional del Ecuador (OSNE), el Maestro ha estado al frente de mil conciertos.

Viajando por Brasil, Colombia, Argentina, Chile, Costa Rica Cuba, El Salvador, Guatemala, Honduras, México Paraguay, Perú, Islandia, Estonia, República Dominicana, Venezuela, Rusia y Estados Unidos.

Son 36 años de estar en los escenarios. El maestro Álvaro Manzano está nominado al Premio Nacional Eugenio Espejo 2020, galardón que se entrega a las personas por su trayectoria y aporte en la cultura, las ciencias y las letras.

-Lo he tomado con mucha responsabilidad, pero nunca he trabajado para ganar sino por el amor que le tengo a la música, vivo mi vida como siempre, estudiando y haciendo música.

La llamada está a punto de terminar, pasa lo inesperado, por primera vez, se escapa la risa que no se encuentra en las fotos y dice:

-Solo yo me dedique a la música, soy la oveja negra de la familia. Hasta luego. (APQ)