Robo a la Policía

El desfalco a los fondos de los policías retirados puede ser considerado como el mayor atraco financiero de nuestra historia contemporánea. Unos 750 millones de dólares en inversiones ficticias, sin respaldo, a instituciones y personas que jamás podrán pagarse. Una banda delictiva de élite integrada con funcionarios de las Bolsas de Valores de Quito y Guayaquil, del Banco Central y las superintendencias de Bancos y Compañías, que estarían involucrados en un fraude monumental. Según el portal 4pelagatos, está envuelta en esta estafa la Universidad Tecnológica Equinoccial, UTE. La ISSPOL (la aseguradora policial) le concedió un crédito de 8 millones que ‘al incumplir sus obligaciones, entregó, como parte de pago, un Fideicomiso constituido por bienes muebles y un pagaré sin valor suficiente’, detalla.

Más allá de la magnitud del hurto y sus nexos, en un sistema democrático, la sociedad tiene que dirigir su atención a garantizar la dignidad y universalidad de su educación. Es determinante la intervención sensata de los organismos de control de la educación superior para alejar a las universidades del crimen organizado, el adoctrinamiento de ideologías peligrosas y la corrupción forjada por un populismo fraudulento desde el ‘alma mater’. Un factor clave, que no puede esperar, depende del desmantelamiento de autoridades infectadas por la corrupción, polarización ideológica y el autoritarismo, que reproducen el modelo totalitario, mal regente y censurador de periodistas e intelectuales.

Frente a la pandemia, faltan laboratorios y vacunas; pero, un gobierno, que gestiona con errores la covid-19, por confiar en estafadores de policías y seudo científicos, resulta inmoral y hasta criminal. De ahí que hay que examinar el desmonte de rectores y programas de estudio obsoletos, retorno a clases presenciales y los costos de matrículas y pensiones en universidades cofinanciadas por el Estado. Si bien el aprendizaje en una pantalla es un proceso social, siempre hay que cuidar el pensamiento crítico, la resolución de problemas y el debate productivo, tanto como el trabajo en equipo en laboratorios, la colaboración entre pares y la socialización de ensayos científicos.

Otro tema: los becarios, médicos posgradistas e internos rotativos cuya prioridad es reducir obligaciones adquiridas; que bien se podrían cubrir con la recuperación del dinero saqueado a la Policía y al erario nacional. Es que esta vez sí se le robaron los huevos al águila, o mejor dicho, al cóndor.

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