Según la Universidad Politécnica de Madrid (UPM) para elaborar un pantalón jean se necesitan alrededor de 2 mil 230 litros de agua y anualmente en todo el mundo se fabrican alrededor de 5 mil millones de estas prendas que son consideradas por los investigadores como ‘devoradoras de recursos hídricos’.
Darles una segunda vida a las prendas de vestir usadas significa más que un ahorro económico, una gran ayuda para el medio ambiente.
En el contexto del Covid-19 y la recesión económica, cada vez más gente se interesa por las cosas usadas: ropa, artículos tecnológicos, entre otras cosas registran un aumento tanto en oferta como en demanda en redes sociales y locales comerciales dedicados a esta actividad.
Ropa
Marcela Arteaga, propietaria de uno de estos locales, mencionó que en los últimos meses registró la presencia de más clientes, quienes llegan buscando ropa para niños, zapatos, entre otras prendas.
“Últimamente han llegado también jóvenes que vienen buscando algo diferente, algo que no se encuentra en algún local tradicional”, mencionó la comerciante, quien aseguró que existe en stock ropa americana usada que cuesta menos de la mitad que una prenda nueva.
María Bautista, lleva 30 años vendiendo ropa usada, según comentó en su local se registró un leve incremento de personas desde que reabrió su local ubicado en el centro del cantón.
“Al local llegan toda clase de personas, no solo aquellas que tienen bajos recursos económicos”, aseguró.
Las prendas en su local pueden costar desde 25 centavos, hasta ocho o nueve dólares, todo depende de la prenda ya que también tiene, zapatos, zapatillas, botas, entre otro tipo de calzado.
DATO
Según la proyección de Global Data la ropa de segunda mano pasará de 28 millones de dólares en 2019 a 51 millones en 2023.
Redes
En Facebook e Instagram proliferan las páginas en donde se promocionan prendas de vestir de segunda mano, las mismas que en muchas ocasiones ofrecen el servicio de personalizar el producto para darle un valor agregado al comprador.
Otro tipo de artículos como electrodomésticos, aparatos tecnológicos y demás cosas usadas y más baratas también tienen auge en estos espacios.
Según un informe de Naciones Unidas (ONU), el mundo generó 48,5 millones de toneladas de basura electrónica en 2018, una cifra que equivale al peso de 4 mil 500 torres Eiffel.
Reciclar o darle un segundo uso también significa un gran aporte al medio ambiente, ya que solo el 20% de esos residuos son reciclados, si nada cambia, la ONU estima que podría haber hasta 120 millones de toneladas de chatarra electrónica en 2050. (RMC)