Por la vida

Jaime Duran Barba

En todos los países desarrollados la ley permite el aborto voluntario, no existen abortos clandestinos, ninguna mujer muere por esta causa. Muchos países de Africa y América Latina penalizan el aborto.

Eso no impide que todos los años millones de mujeres recurran a esta práctica que a veces les cuesta la vida. Es por eso que muchos de los que defendemos la vida apoyamos la despenalización del aborto. No se incrementarán ni disminuirán los abortos, pero se harán en condiciones saludables y no morirán más mujeres por esta causa. Tampoco habrá ni más ni menos mujeres en la cárcel.

En algunos países africanos y del Medio Oriente se aplican penas horrendas a quienes no cumplen con sus normas sexuales. Hay organizaciones que prenden la alarma cuando se va a lapidar a una mujer y otras que luchan en contra de la extirpación obligatoria del clítoris que se practica en varios países islámicos. Hemos participado de varias cibermovilizaciones mundiales para detener estas brutalidades.

Si se deja de penalizar el aborto, se deroga una disposición legal que no se aplica, porque a los jueces les da vergüenza hacerlo. Ninguna mujer aborta porque le parece divertido hacerlo. Para tomar una decisión como esta cada una de ellas tiene sus propias motivaciones surgidas desde los complejos laberintos de su biografía y su sicología. A algunos les gusta juzgar a los demás y condenarlos por cualquier causa. Quienes creen que existen mujeres que tienen el hobby de abortar son incapaces de comprender su realidad.

Esos son hechos: se discute la derogación de una disposición legal que nadie respeta. Otro es el ámbito de las creencias. Cada persona es libre de creer lo que quiera mientras no trate de imponer su fe a los demás. Hay quienes prohíben el uso de anticonceptivos porque suponen que atentan contra la vida y los planes de algún dios. Hasta hace poco esta creencia estaba difundida, hoy casi ha desaparecido.

Algunos creemos que las dos revoluciones que cambiaron a la humanidad en el siglo XX fueron la revolución tecnológica y la incorporación activa de la mujer en la sociedad, a partir de la difusión de los anticonceptivos. La exigencia de la derogación de una ley inaplicable es solo el inicio de la lucha por temas más amplios que estarán en la agenda de los políticos durante la próxima época.

*Profesor de la GWU. Miembro del Club Político Argentino.