Mucho riesgo…

Alfonso Espín Mosquera

Hay instituciones muy peligrosas y una de ellas el Consejo de Participación Ciudadana y Control Social (Cpccs). Fue creado por la Constitución de 2008, para promover los derechos de participación, la garantía de la de los derechos ciudadanos, el control social, la rendición de cuentas y la lucha contra la corrupción y la impunidad. Pero, fundamentalmente, liderar los procesos de designación de autoridades seleccionadas a través de procesos inclusivos y transparentes.

Sin embargo, actuó en beneficio de los intereses del exmandatario Correa. Fue una “lámpara maravillosa”, de la que emergía “un genio” que cumplía sus deseos. La designación de Julio César Trujillo, probó el poderío de esta entidad. Pudo evaluar y cesar a 27 autoridades que pertenecían a nueve entidades del Estado, durante los primeros seis meses de gestión.

Este Consejo es de tal poder y omnipotencia, que a cualquier gobierno le conviene tenerlo de su lado para hacer, deshacer y dejar en la impunidad la corrupción. Los siete consejeros que resulten elegidos deberán cumplir con varios postulados: la selección y designación de autoridades. Quienes lleguen a ser parte de esta entidad deben tener una calidad moral a toda prueba y una neutralidad política real.

Mucho hay que temer que en el juego politiquero en el que hemos vivido, las componendas y compromisos electorales terminen quebrantando las mejores intenciones. Nunca debió existir esta institución corremos el riesgo de que vuelvan varios indeseables que están a la espera de hacer su agosto en el Cpccs. Si el triunfo de la nulidad del voto para estas dignidades seria certero, nos aseguraría el fin de este mamotreto institucional. Si esto no ocurre, el riesgo de que aparezcan los pícaros, no tendrá nombre.

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