Alcaldías a martillazos

Kléber Mantilla Cisneros

Jorge Yunda, a lado de su mascota, exige a los funcionarios municipales que usen sus autos para llegar al trabajo; y la prefecta, Paola Pabón, vestida a lo Coco Chanel, se posesionó con un festín dantesco. Parecen antagónicos pero no lo son. Como muchas nuevas autoridades, renacen de una multitud perturbada. En cuna semejante, en la vorágine del mayor atraco histórico. Crecieron con el correato farsante y ganaron en las urnas gracias a una mayoría fragmentada y abrumada.

Aún sofoca la denuncia ‘Arroz Verde 502’, porque cuenta el guion de la dictadura perpetua, el saqueo de recursos públicos, el secuestro institucional abusivo y da señales del enriquecimiento ilícito. Una obra teatral reeditada en instantes y contrastes.

Uno: Cuando el asesor presidencial Santiago Cuesta aparece como actor secundario para enmendar el libreto. Su rol de alguacil de cantina ilustra más a las grandes corporaciones acorazadas: dueños, capos y ‘consiglieres’ en busca de contratar con un Estado maloliente. Mal actor de reparto, intermediario de petroleros y mineros. Padrino de nivel medio y verdugo de periodistas sensatos. Narrador chato de vacíos del sigilo bancario y final de la privacidad de datos.

Dos: Enrique Cadena Marín, lavador de fortunas. Un enmascarado a cargo de la venta de crudo que nunca separa lo político de lo jurídico. Mafioso que aturde lo ilegítimo con lo ilegal. Petrochina, Petrotailandia y Unipec cambian de nombre a Taurus Petroleum, Core y Castor Petroleum, y Ursa Shipping. Un drama lleno de villanos que negocian, roban y desaparecen.

Tres: El demoníaco Paúl Manafort, jefe de campaña de Donald Trump, que aparece a vender la empresa eléctrica a los chinos. Mafioso de alta influencia, declarado por el FBI conspirador contra EE.UU. y manipulador de testigos. Con crímenes financieros y fraude fiscal por cabildeo en Ucrania.

Al cierre, un aforismo nietzscheano: si de recuperar lo robado se trata, hay que cambiar la inseguridad, ofrecer empleo digno, pensar lo actuado, salir del limbo fiscalizador, transmutar valores. Alcaldes y prefectos: política a martillazos sin dogmas, falsos ídolos ni maleantes, peor caudillos.

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