La alegría de dejar un hospital y la angustia de pensar que tienes Covid-19

Este sería un segundo caso en Ecuador, donde un adulto mayor, sortea lo más duro del coronavirus y la vida le vuelve a sonreír.
Este sería un segundo caso en Ecuador, donde un adulto mayor, sortea lo más duro del coronavirus y la vida le vuelve a sonreír.

Redacción GUAYAQUIL

Los aplausos se escuchaban venir desde el área de UCI del Hospital del IESS Los Ceibos, por el júbilo de los médicos y las enfermeras que trataron a don José (nombre protegido), un paciente de 91 años, dado de alta después de pasar la fase más difícil del Covid-19.

Este sería un segundo caso en Ecuador, donde un adulto mayor, sortea lo más duro del coronavirus y la vida le vuelve a sonreír. El primer paciente recuperado de esta dolencia fue una mujer, también adulta mayor, de Samborondón, que logró evadir la epidemia con ayuda médica privada.

Pero, en relación con don José, el Hospital IESS Los Ceibos, informó que el paciente, después de dar positivo y seguir el tratamiento fue dado de alta y enviado a su casa, donde deberá seguir el tratamiento definitivo.

El protocolo indica que toda persona dada de alta por Covid-19, luego de abandonar el hospital, deben seguir con el proceso de recuperación en casa. Su convalecencia es monitoreada por los galenos especialistas.

Paúl Granda, presidente del directorio del IESS, resaltó la labor de la institución y destacó el accionar de los médicos.

La angustia

Pero mientras este adulto mayor espera disfrutar un poco más de su vida con sus familiares, existen personas que sienten diversas emociones de solo pensar haber adquirido el coronavirus.

Así lo expresó Luccíola Salazar, una joven madre guayaquileña, que vivió momentos desesperados por presumir ser una portadora más de Covid-19.

Ella sostiene que, por la idea de haber enfermado, comenzó a vivir días de angustia y continuo llanto, más aún, cuando la ayuda médica no le llegaba oportunamente.

“Sentía que el mundo se venía al piso, pensaba en que si al morir, como iban a quedar mis hijas…Dios mío era terrible esto…llegué a pensar lo peor”, cuenta.

Recuerda que el martes 17 de marzo comenzó a sentir un fuerte dolor a la garganta y la cabeza. Al día siguiente, a sus dolencias se sumó una fuerte tos, lo que le hizo creer más que había adquirido coronavirus.

Del supuesto contagio, expresa, que, por sus sospechas, creyó que lo agarró en la terminal aérea “José Joaquín de Olmedo”, cuando acudió a recibir un familiar que retornaba de Estados Unidos. “Esa noche ya había controles en el aeropuerto y pese a que a mi familiar lo monitorearon durante 14 días y resultó negativo, yo igual seguía pensando que era portadora”, señala.

Comentó que acudió a más de un hospital por una prueba, pero no era atendida, por lo que otro usuario en su mismo estado, le dijo que debía venir ahogándose y en estado crítico para que la sometan al examen. “Opté por aislarme voluntariamente, a mis hijas las envié donde su abuelita y me quedé sola. Por momentos creía que me iba a morir y que destino estaba marcado”, dijo.

Salazar agrega que su susto aumentó más, cuando un día sintió problemas para respirar, por lo que “insistí en la prueba y en medio de esa angustia, hablé con un médico que me aconsejó que me aleje de todo, que apague el teléfono y me ponga a hacer actividades recreativas para olvidar la tristeza y subir los ánimos. Evité el estrés para que no bajen mis defensas y así después de la prueba que dio negativo, pude recuperar mi tranquilidad”.

Después de haberse librado de esa carga pesada que le significó el sentir que podía ser víctima de Covid-19, ahora anima a quienes son víctimas de la enfermedad, a llevar la misma rutina. (DAB)