Nadie cree en nadie

El problema más grave del Ecuador no es el hecho de que casi nadie cree en la Asamblea Nacional (2%), tampoco en el Presidente (8%) o en el CNE (5%), sino la desconfianza entre nosotros. Apenas, el 14% de las personas entrevistadas para el Latinobarómetro de las Américas en el año 2019 dijo que se puede confiar en las personas. Es decir, apenas uno de cada diez. El problema tiene doble vía: desconfianza hacia quienes nos gobiernan y desconfianza como patrón de vida. Bajo estas condiciones en el ánimo de la población resulta muy complejo fortalecer la democracia, pues la confianza es uno de los elementos esenciales para garantizar una convivencia armónica, segura y respetuosa.

¿Por qué hemos llegado a este punto? Al respecto se podrían enumerar diversas causas para explicar la desconfianza hacia las instituciones, como los actos de corrupción de los malos funcionarios públicos en todos los gobiernos, la impunidad como práctica recurrente de un sistema de justicia indolente con el país, la ineficiencia e incompetencia de varias autoridades de todas las funciones del Estado, quienes cubren con el manto de la vergüenza a la población. En cuanto a la desconfianza entre nosotros está la corroída ética, la viveza criolla y el arribismo desbordado.

La desconfianza se reproduce en todos los espacios, ámbitos y sectores. Por eso, la asignatura pendiente es restaurar el tejido social con muestras de apertura entre los actores que tienen posiciones controversiales y distintas, transparencia en las acciones, los intereses y los conceptos, generosidad y renunciamientos personales en función de un proyecto país. En ese sentido, hay que crear las condiciones para propiciar un clima de confianza que significan trabajo diario, denodado y comprometido.

Hay que hacer algo frente al ambiente de desconfianza, pues la evaluación de las instituciones y el ánimo social nos alertan de una explosión si nos mantenemos de brazos cruzados. Hasta ahora no hemos escuchado hablar acerca de esto a los candidatos a las diferentes dignidades, siendo éste uno de los mayores problemas.