Mónica Ojeda expone la ferocidad de una familia con ‘Caninos’

Libro. Es el No. 3 de la Colección CajaNegra de Turbina Editorial.
Libro. Es el No. 3 de la Colección CajaNegra de Turbina Editorial.

La escritora Mónica Ojeda ‘muerde’ al lector con su cuento ‘Caninos’. Lo tabú es parte de su literatura.

“Hija guardaba la dentadura de Papi como si fuera un cadáver, es decir, con amor sacro de ultratumba…”. Así arranca el relato de Mónica Ojeda titulado ‘Caninos’, que forma parte de la Colección CajaNegra de Turbina Editorial. Y mientras transcurren las líneas del cuento uno se pregunta cómo guardamos nuestros recuerdos, qué huella han dejado en nuestro cuerpo y mente las mordidas que recibimos.

Ojeda va construyendo su estilo donde lo tabú es como una rosa que se va deshojando mientras se corre cada página hasta quedarnos con las espinas.
En ‘Caninos’ se retrata, por una parte, a una familia conformada por Papi, Mami, Ñaña e Hija, en la cual los recuerdos de esta última permiten un acercamiento a la perversidad sexual que se toma la infancia, al sadomasoquismo, al alcoholismo como aliciente hasta que te destroce la sonrisa.

Por otra parte, aparece la figura del padre para exponer cómo el estado físico y psicológico de alguien termina vulnerando a todos quienes lo rodean. Un padre que en cierto punto será una antitesis kafkiana: él es quien termina sufriendo la mayor de las metamorfosis.

Desnudez
Papi sabe que todo se puede conquistar con una dentadura firme. Papi sabe que unos caninos fuertes son parte de nuestras armas primigenias: una buena mordida o una sonrisa pueden ser letales, pueden salvarte la vida.

Y de ahí que esta imagen de unos dientes caídos y de una dentadura postiza –que se guarda como a un tesoro- conlleven a una reflexión acerca de las apariencias, a la par de que dan paso a pensar sobre la indefensión: una Mami y una Ñaña avergonzadas de la vida que lleva Hija; un Papi que podía aullar y ladrar, pero que sin su dentadura sentía “el horror por la desnudez de la boca” y ponía unos ojos “que parecían huevos a punto de romperse”.

Caos salvador
En medio de la tensión, la mordacidad de Ojeda juega entre lo poético y la melancolía: “Godzilla respetaba a Hija porque se había dejado morder, o quizás porque le probó la carne y la encontró salada y triste…”.

Godzilla es el perro de Hija y resulta un gracioso acierto que tome el nombre del dinosaurio mutante que sirve de metáfora al ataque nuclear sobre Japón. Considerando, además, que Godzilla es una especie de antihéroe que provoca el caos, a la vez que lo controla.

La mordida de Godzilla no solo abre una herida en Hija: es un ataque que explota en su memoria para recorrer la infancia perdida. La mordida es el inicio y la calma del caos: Godzilla es más que un fiel compañero.

Si de Pablo Palacio se recuerda su “¡Chaj! ¡Chaj! ¡Chaj! Con un gran espacio sabroso” de ‘Un hombre muerto a puntapiés’, queda claro que en el tiempo se recordará “Un clac clac de castañuela molar la hacía sonreír al amanecer” de Ojeda, quien ha entregado feroces mordidas con este ‘Caninos’ y sus novelas ‘La desfiguración Silva’ y ‘Nefando’… Y pronto dará una nueva mordedura con todo y ‘Mandíbula’, tal como se titula su próximo libro publicado por Candaya: a la espera sin yodo ni agua oxigenada. (DVD)

PERFIL

Mónica Ojeda Franco

° Escritora y catedrática ecuatoriana (Guayaquil, 1988). Es autora de ‘La desfiguración Silva’, Premio Alba Narrativa 2014; ‘El ciclo de las piedras’, Premio Nacional de Poesía Desembarco 2015; y ‘Nefando’. Forma parte de la antología ‘Emergencias. Doce cuentos iberoamericanos’. Fue seleccionada por el Hay Festival Bogotá39 2017.